155

51 15 3
                                    

Capítulo 155: Encuentro. (1)

Arjen se enfrentó al Gigante herido. Sus movimientos eran notablemente más lentos. Una herida abierta, por la que Quenor Stroff había dado su vida, recorría su cuerpo. Le falta el brazo izquierdo, y su costado está desgarrado y hecho jirones como un cuchillo de sierra. La ciudadela, que antaño había albergado a los mejores magos y caballeros del reino, se desmoronaba.

"Evernode...."

Los caballeros se desesperaron. Quenor Stroff había muerto. Los muros de Evernode se derrumbaban, y las vidas eran pisoteadas por el Gigante. El pueblo, que había pasado toda una vida en la otrora poderosa ciudad, contemplaba la escena, incapaz de rabiar.

"Debo irme. Tengo que acabar con el Gigante antes de que pueda sanar".

El estado de Arjen no era en absoluto normal. Su cuerpo estaba tan hecho jirones como el del Gigante por las continuas batallas contra monstruos, y su mente estaba llena de una sola cosa: la necesidad de matar. El odio por la pérdida de Quenor y las muertes de sus camaradas impulsaban los pies de Arjen.

"¡¡¡Arjen!!!"

Arjen recibió una bofetada en la mejilla. Se frotó la mejilla izquierda y parpadeó. Iris, la Santa, estaba de pie frente a él. "¿Tenía los ojos azules?" Arjen miró a la mujer que le sujetaba del brazo, lanzándole una mirada interrogativa como preguntándole por qué le detenía.

"Contrólate. El Archiduque te ha confiado el mando de campo, y no puedes salir corriendo con asesinatos y odio".

La voz de Iris era llorosa. Los ojos de Arjen volvieron a enfocarse lentamente.

"Debemos movernos ahora. No debemos dejar que el gigante cruce el 'horizonte'".

"No mires al frente y trata de ir solo".

Iris arrugó la cara en señal de frustración ante las palabras de Arjen y le dio la espalda. Caballeros y soldados permanecían de pie, inexpresivos. Sin su líder, miraron a Arjen, su única esperanza. Su mano apretó con fuerza su Espada Sagrada.

"Debes ver a la gente que cree en ti".

Arjen miró la Espada Sagrada. Ver y seguir adelante. Arjen no recordaba haber visto a nadie más que a sí mismo.

"No puedo".

"Sí puedes".

La mano de Iris tocó la de Arjen. La apretó con firmeza y Arjen cerró los ojos con fuerza. Pudo ver el más tenue destello de luz en el borde de un mundo negro. Arjen volvió a abrir los ojos. La empuñadura de la Espada Sagrada irradiaba una energía distinta a todo lo que había visto antes, y no sólo emanaba de la espada; fluía hacia su cuerpo. Arjen apretó con fuerza la empuñadura.

"...Lo detendremos hoy".

Arjen abrió la boca. Uno a uno, los caballeros levantaron la vista. Esto no estaba en su naturaleza. Siempre había luchado solo, y siempre había pensado que así era como debía ser.

"Llorar ahora no arreglará los muros rotos, ni traerá de vuelta a un archiduque muerto".

Esas fueron las palabras que reunieron a los soldados y también fueron las palabras que Arjen usó para calmarse a sí mismo. Giró la cabeza y miró a Daphne. Su rostro se debatía entre la determinación y el miedo. Arjen volvió a abrir la boca.

"Iré ahora a acabar con el Gigante. Puedes quedarte atrás y desesperarte mientras ves como la tierra y el Archiduque son vengados por mi mano".

Arjen levantó su Espada Sagrada. La luz de su hoja brilló, y los hombres se pusieron de pie, hipnotizados. Esperanza. Finalmente ha tomado forma.

Me Convertí En El Héroe Que Desterró Al Protagonista (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora