MavieEra el segundo maldito día y no tenía ni una sola noticia de Cassian. Me estaba volviendo loca. Desde que ese infeliz de Demir intercambió mi vida por la de él, no he podido cerrar los ojos sin imaginarlo sufriendo. La ansiedad me aniquila, la culpa me quema. No puedo quedarme quieta, sentada esperando a que él regrese como si nada. Él ha dado todo por mí, ha estado cuando más lo necesitaba, sin importar el infierno. Ahora me toca a mí. Porque no soy una víctima.
Soy su mujer. La jodida mujer del diablo ruso. Mi padre no sabía y no podía enterarse. No aún. No de que mi futuro esposo es el líder de la mafia siciliana y de otros imperios que ni siquiera alcanzo a comprender del todo. No quería exponerlo, ni arrastrarlo a esta oscuridad. No he regresado a la casa con mis amigas. Me centre en la cabaña donde estuve con él antes de que nos interceptaran. Tony no se ha separado de mí ni un solo segundo.
Con la computadora frente a mí, accedí al rastreo que le había colocado a Cassian. Previamente de que Demir me tomara del brazo y me sacara del auto, me quité la pulsera sin que se diera cuenta y la metí en el bolsillo de su pantalón. A él se le pasó pero a mí no.
Me llevó dos días localizarlo. Dos días sin dormir, sin paz, con el pecho apretado de angustia. Solo espero no haber llegado tarde. No podría soportarlo. Nos habíamos reconciliado apenas me había pedido matrimonio. Y yo no quería perderlo ahora. Deseo una vida con él. Con él y con nuestros hijos.
—¡Tony! —lo llamé, y en segundos se puso a mi disposición—. Quiero cincuenta hombres rodeando el perímetro. Vamos al bosque del otro lado de la ciudad. Ahí lo tienen en la cabaña escondida.
—Sí, señora. Haremos todo lo que usted diga.
—No quiero fallos, Miller. Ni uno solo. Sacaremos a Cassian de este sitio con vida. Quiero a todos cubriendo el perímetro sin mostrar señales de avance. Atacaremos desde el exterior y luego ingresaremos. Que cada hombre lleve el arma lista. Nadie abre fuego hasta que dé la instrucción.
—Si el jefe la viera, señorita —dijo con orgullo—, estaría aún más rendido a sus pies. Usted es la próxima soberana del capó.
—Soy la mujer del Diablo. Y haré que mi nombre se pronuncie con el mismo temor con el que se invoca al suyo.
Con unos vaqueros que protegían mi abdomen de embarazada y un suéter encima, ajusté una pistola de brazo cargada. No tenía experiencia usándola, pero ya había sostenido una antes; sólo debía asegurarme de cargarla y apretar el gatillo.
—¡Los quiero en movimiento ya! No voy a perder ni un minuto más. Cassian me necesita. Y yo no pienso fallarle.
Escoltada por Tony y medio centenar de unidades que venían en retaguardia, solté la orden para que tomaran la delantera y asumí el mando de un Aston Martin negro. Cassian construyó un imperio, y ese dominio ahora lo dominaba. La cabecilla de la Cosa Nostra se hallaba cautivo y yo iba a liberarlo.
Clayton Rostov desplegó a toda su gente bajo mi mando, y con un simple cruce de miradas, todos se inclinaron. Como si ante ellos estuviera una reina. Pisé el acelerador con Tony en el asiento contiguo y nos fundimos en el asfalto.
Tras unos minutos, llegamos al bosque. La noche se alzaba densa, el entorno parecía contener el aliento. Los hombres se desplazaban en formación, cercando la zona. Nosotros éramos más, y eso bastaba. Descendí del coche y fijé los ojos en mi vientre una última vez.
—Mamá va a sacar a papá de ahí. Se los aseguro, mis bebés.
Tony se desplazó a mi flanco, cubriéndome la retaguardia mientras nos aproximábamos al borde del terreno. Con un gesto rápido, señalé a los tiradores ocultos entre la maleza. Desde las penumbras comenzaron a abrir fuego con precisión quirúrgica; eran francotiradores diestros, y con un solo proyectil, varias cabezas dejaron de sostenerse. Justo antes de empujar la entrada de la cabaña, me topé con la mirada de Demir. Aplaudía como un lunático, incrédulo, como si no procesara que era yo quien estaba frente a él.

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"El Abogado de la Mafia" © { 𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨; 𝟏} 𝐁𝐨𝐫𝐫𝐚𝐝𝐨𝐫 𝐞𝐧 𝐜𝐨𝐫𝐫𝐞𝐜𝐢𝐨́𝐧 ✔️
RomanceEl diablo se viste de santo y lo único que queda es pecar con él. Regresa el abogado Rostov. Un hombre cruel, sin escrúpulos, que no tiene debilidad alguna. O eso creía. El abogado más temido de todos se enamora de una mujer cuya apariencia juvenil...