52 - ¡Muere en la oscuridad, Diplomacia!

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La Tierra de Hierro era, en una sola palabra, fría. Una incesante ventisca de hielo helado giraba ante sus ojos, mientras movía una mano para apartar los copos de nieve que caían de la porcelana de su máscara. Avanzó con cuidado, observando el tercer grupo de puentes que aún tenían que pasar.

La Tierra de Hierro era un extraño misterio geográfico. En su corazón, se hallaba la montaña de los Tres Lobos, rodeada por una eterna tormenta de nieve que parecía no terminar nunca. Para llegar a ella, había que atravesar mediante puentes tres puestos de control concéntricos rodeados de profundas grietas y agua corriente. Pelotones de samuráis patrullaban el terreno y por todas partes había puestos avanzados de madera o piedra llenos hasta los topes de más hombres preparados para la guerra. Desvencijadas torres de madera tenían arqueros montando guardia a cada milla, haciendo de la Tierra de Hierro uno de los lugares más pesadillescos para infiltrarse.

Hubo un momento de tranquila contemplación mientras miraba más allá del puesto de control, a la torre que había más adelante y al paso de montaña que excavaba profundamente en la base de la Montaña de las Tres Cabezas de Lobo. El Sabio Sapo se mantenía bastante bien, teniendo en cuenta que vestía su túnica habitual, pero con un abrigo beige. La Godaime mantenía una sonrisa burlona mientras procesaban sus documentos.

Probablemente quería comprar más sake, en general. Naruto suspiró bajo su máscara. Algunos samuráis le estaban mirando con mala cara. Aún no había preguntado qué pasaba con la máscara, pero no era importante. Se preguntó si tendrían Ramen... quizá una versión helada.

Se envolvió en el abrigo beige de Anbu, evitando estremecerse. Le daba calor, pero la fría brisa parecía encontrar todos los recovecos por los que podía entrar. Cinco guardias armados les escoltaron hasta el punto en que llegaron al comienzo del túnel excavado. Allí los cinco samuráis dejaron su escolta a otro, que llevaba un aire de dignidad y permanecía de pie sin casco.

"Mifune", dijo Tsunade con una cortés inclinación de cabeza. "Cuánto tiempo".

"Tsunade", respondió Mifune. "Espero que estés preparada para un poco de política pesada. Los otros Kage están muy excitados", comentó el hombre en voz baja mientras los guiaba por el túnel, cogiendo una de las antorchas encendidas del comienzo del pasadizo. "El Tsuchikage en particular... casi ha exigido que la reunión comience cuanto antes".

"No puedo esperar", murmuró Tsunade. Se volvió para mirar a Jiraiya. "¿De verdad no quieres el sombrero?".

"Nunca", dijo Jiraiya con un movimiento de cabeza cómplice. Sus pies caminaron sobre la fina pátina de nieve triturada hasta que pronto dio paso a simple roca, a medida que se adentraban en el túnel.

Mifune soltó una risita, antes de adoptar una expresión seria mientras entrecerraba los ojos con rudeza. "Os acompañaré a vuestras habitaciones, y luego se convocará una reunión dentro de una hora".

"Entonces no hay tiempo para una copa", refunfuñó Tsunade.

"Precisamente porque sé que te apetecería una, me preocupo el primer día de discusión", respondió Mifune. "No temo nada menos que a la Babosa Sannin causando estragos mientras está borracha".

"Fue una vez", dijo Tsunade, levantando la mano derecha con el índice hacia arriba. "¡Sólo una!"

"Y tuvimos que reconstruir dos puentes por eso", replicó Mifune. Entonces salieron del túnel y entraron en un enorme vestíbulo que parecía separarse en largos pasillos con antorchas que iluminaban el camino a su alrededor.

Mifune entregó la antorcha a otro samurai, que procedió a volver con ella al oscuro túnel, probablemente para devolverla a su sitio.

"¡Yo pagué por ellas!" exclamó Tsunade.

Naruto - Un Viaje Hacia La Oscuridad ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora