Reglas

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Jungkook había dejado a Taehyung hace unos minutos en su universidad, prometiendo recogerlo a la salida y llevarlo a cenar, en una cita, los dos, en celebración de los nuevos acontecimientos.

Ahora se dirigía rumbo al Nirvana, aún debía solucionar el asunto de Beom y asegurarse de que el chico no estaba en peligro.

Llamo a Yeonjun, pidiéndole que ambos se presentaran en el lugar  para poder buscar una solución y conocer a detalle que era lo que sucediendo.

No podía evitar pensar en que si a su sumiso alguien quisiera hacerle daño no lo permitiría, y ese chico en cierta forma le recordaba a Tae, eran casi de la misma edad y estaban descubriendo ese mundo, lo que menos merecían era que se lo enseñaran en forma incorrecta.

Una vez estuvo dentro del bar, aparco su automóvil y caminó hacia el interior.

Estaba vacío, la atención no comenzaría si no hasta más tarde y era un buen momento para hablar con tranquilidad.

Llegó hasta su oficina, viendo que ambos jóvenes lo esperaban fuera de esta algo ansiosos.

—Buen día —dijo ingresando la llave para abrir, lo cual hizo casi al instante—pasen porfavor, hablaremos dentro.

Los contrarios hicieron lo pedido, quedando de pie a un lado del escritorio, esperando alguna orden.

Jungkook les hizo un gesto con la mano para que tomaran asiento, acto que hicieron casi de inmediato quedando frente a frente con el pelinegro, el cuál los observaba expectante.

—¿Y bien?

—Lo llevé a casa como lo pidió jefe.

—Muy bien Yeonjun, gracias— observó al chico contrario, estaba envuelto en un gran abrigo y se abrazaba a si mismo, como buscando refugio entre sus propios brazos— Beom...

—Yo...

—No tengas miedo, necesito saber que pasa.

—El sujeto Byn, el que me había tomado como su sumiso...

—¿Hay algo mal?

—Si.

—Dimelo.

—Es... Es muy violento.

—A que te refieres.

—Tal vez solo es parte de su rol, pero me lastima, creo más de lo que debería, traspasa el placer ... ¿Me entiende?

—Cual es el rol que está tomando contigo.

—En un principio era algo normal, juegos, algunos azotes pero todo dentro de los márgenes permitidos.

—¿Sobrepasa los límites?

—Lo hace.

—¿Cuando eso sucede le pides que pare?

—Lo hago, se lo he pedido hasta llorando pero el no lo entiende, dice que soy de su propiedad— sollozó — le dije que quería terminarlo y me golpeó, dijo que  le pertenecía, que las reglas eran claras, todo termina cuando el lo diga.

—Las reglas que el se hizo, porque aquí en el Nirvana es claro que aplican para ambos lados, si el sumiso quiere poner fin, el Dominante no puede poner objeción, decir que alguien te pertenece es solo parte del juego, pero debes ser sensato cuando el juego terminó y esa persona ya no se siente cómoda a tu lado.
Sin contar que cualquier daño físico, sin el consentimiento del sumiso, es una falta gravisima.

—Esta molesto, no ha dejado de llamar desde anoche.

—Te quedas aquí, vendrá a buscarte, eso es seguro, hablaré con el y le impedire el ingreso al bar, no aceptaré ningún acto que atente contra el bienestar de ninguno de los sumisos, a veces hay  dominantes que no conocen su lugar, solo buscan su propio placer y eso no lo voy a tolerar, no aquí en mi territorio.

Peligrosa tentación (Kookv)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora