Capítulo 47 - Berlín T1

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"No pienso dejar de vivir ni un solo minuto de este amor porque vaya a terminar" - Berlín❤️

Soñé con el cáliz. Lo tenía en mis manos, y, sin embargo, cuando la policía se presentaba en la cripta, ya no. 

No me había acordado del cáliz en toda la noche. Hasta que me desperté, sobresaltada, y recordé que Roi debería haberlo recuperado. 

Miré el reloj, y decidí que era una hora decente para ir a preguntar. Así que me vestí y me planté en la puerta de la habitación de Roi y Bruce. Llamé. Abrió Roi. 

- ¿Y el cáliz? - pregunté -. ¿Lo tienes? 

- Primero que nada, buenos días. 

- Sí, sí, buenos días. ¿Tienes el cáliz? 

Él suspiró. Salió de la habitación y cerró la puerta tras él. 

- No. No lo tengo. 

- Roi, no jodas. ¿Qué ha pasado?

- Hemos tenido algunos problemas. 

- ¿Se lo ha llevado el cura? 

- No lo sé. 

- ¿Cómo que no lo sabes, Roi? 

- Vamos a desayunar. Te lo explico allí. 

Suspiré, apretando los labios. Finalmente asentí, y lo seguí hasta una cafetería. Pedimos el desayuno sin que me explicase nada. Al poco llegó Cameron. 

- Hola - saludé -. ¿Vienes a desayunar o a enterarte de la última cagada del plan? 

- Yo estaba ahí - admitió. 

Fue entonces cuando caí en que Roi había dicho “hemos tenido algunos problemas”, y no “he tenido”. 

- ¿Sólo fuisteis vosotros dos? - pregunté. 

- Sí.

- ¿Y se puede saber qué pasó? 

Se miraron. Cameron también pidió su desayuno mientras Roi me contaba lo ocurrido. Cuando acabó su relato, sólo pude reír. 

- ¿Qué es tan gracioso? - preguntó. 

- Lo siento, solo intentaba imaginaros escapando de los exconvictos. Aunque ya, poniéndonos serios, estamos bastante jodidos, sí. 

- Tu padre no responde al teléfono - dijo Cameron -. No ha contestado en toda la noche. 

- Fue una noche interesante. ¿Entonces creéis que el cura tiene el cáliz? 

- Es posible que ya esté en España. 

- No lo creo. No viajaría de noche, después del ataque. Y… oh, hola - me interrumpí para saludar a Damián, que acababa de llegar. 

Se sentó y los miró con dureza. Ellos esquivaron su mirada, como niños pillados haciendo algo que no debían. 

- ¿Cuándo pensabais contármelo? - preguntó al fin, rompiendo el silencio. 

- Mira, fue Berlín quien nos encomendó la misión - respondió Roi -. Así que no teníamos por qué decirte nada a ti. 

- Llevamos toda la noche llamándole - siguió Cameron -, pero no coge el teléfono. 

- Para una vez que sales en París, Roi, me la has liado buena, eh - dijo Damián -. Y no lo digo por el allanamiento de morada en casa de Polignac. Sino más bien por el tirón a un cura, al que arrastrasteis diez metros. Robo de coche con violencia en una boda. Agresión a un convicto. Destrozo de vehículos varios en un parking. Vein… - una camarera lo interrumpió al traernos unos croissants, como decían en Francia. Ataqué la bandeja y empecé a devorar uno -. Veintiséis alarmas sonaron. Y os venís a desayunar un croissant con un café au lait como si no pasara nada. 

La Casa De Papel (partes 3 y 4)//¿Y si Berlín hubiera tenido una hija?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora