Capítulo 4: Decisión

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—Estaba demasiado ocupado jugando a las alianzas con los demás. —Dice con furia Peeta. —¡No tendría que haberles permitido separarnos! Ahí fue donde los perdí, a ella y a nuestro bebé.

El rostro de Peeta expresa una mezcla de sentimientos. Ira, frustración, dolor, arrepentimiento. Las lágrimas se deslizan por mi rostro, sin importarme que todo el comedor me vea así.

—No quería que ella se fuera de mi lado, pero no podía discutir con Beetee sin dar a entender que estábamos a punto de romper con la alianza. En cuanto el alambre se cortó, empezó toda la locura. Recuerdo muy pocas cosas a partir de ese momento. Sé que intenté encontrarla, la busqué con desesperación. Vi como Brutus mataba a Chaff y luego yo maté a Brutus. —Relata.

Su confesión me descoloca, nunca imagine que el mataría a nadie. Él siempre hizo todo lo posible para evitarlo en los primeros juegos y prácticamente durante todo lo que duraron los segundos. Es entonces cuando realmente te das cuenta de que quieras o no, al final acabas jugando los juegos como el Capitolio quiere. Pese a ello, no es algo que se le pueda reprochar, yo he matado a más gente. Lo que me preocupa es él, me imagino cómo debe sentirse por ello.

—Sé que ella me llamo, la escuché en algún lugar de la selva, pero después cayó el rayo en el árbol y el campo de fuerza voló por los aires. —Dice con dolor en la voz y en su mirada.

—Lo voló (TN), Peeta. Ya has visto las grabaciones. —Le dice Caesar delicadamente, como si temiera que Peeta fuese a explotar en cualquier momento y a lanzarse encima suyo.

—Ella no sabía lo que hacía, nadie entendía cual quera el verdadero plan de Beetee. —Me defiende con enfado. —Se ve claramente que (TN) intentaba averiguar qué hacer con el alambre.

—De acuerdo, Peeta. —Intenta tranquilizarle. —Aunque parece sospechoso, como si formar parte del plan de los rebeldes desde el principio. —Caesar insiste, parece como si intentase sonsacar información a Peeta, información que obviamente él desconoce.

—¿En serio? —Espeta Peeta con molestia y frustración. —¿También formaba parte del plan que Johanna estuviera a punto de matarla? ¿O que la descarga eléctrica la paralizara? ¿Qué pudiese matarla y matar a nuestro bebé? ¿Provocar el bombardeo? ¡No lo sabía Caesar! ¡Lo único que intentábamos los dos era protegernos el uno al otro!

Nunca había visto a Peeta en este estado, así de alterado, perdiendo los estribos. Ni siquiera se acerca a cuando se enfadó con nosotros por ocultarle lo que estaba ocurriendo en los Distritos cuando comenzó la Gira de la Victoria en el Distrito 11.

—Vale, vale, Peeta, te creo. —Le dice el presentador intentando calmarle.

—Vale. —Dice Peeta relajándose levemente al escuchar al hombre a su lado.

—¿Y qué hay de vuestro mentor? ¿Qué hay de Haymitch? —Sigue preguntando Caesar.

—No sé qué es lo que sabía él.

—¿Podría haber formado parte de la conspiración? — Definitivamente están usando esta entrevista para tratar de sonsacarle información a Peeta.

—Vuelvo a repetir, no lo sé. —Espeta con molestia e irritado. —Nunca mencionó nada.

—¿Qué te dice tu corazón?

—Que no tendría que haber confiado en él y que, si realmente ha sido capaz de participar en todo esto, aun y sabiendo que iba a hacerle daño a su hija, he de decir que es un pésimo padre. —Dice con dureza.

Acaba de confesar que yo soy hija de Haymitch a todo Panem. Es clara la sorpresa de Caesar ante tal confesión. No sé cómo de valiosa será esta revelación para Snow, pero si tengo claro que no pasará inadvertida.

Sinsajo (Peeta Mellark y Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora