Capitulo 8: Adicta al amor

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— En un momento la atienden señorita McMillan — Dice la recepcionista

Digo que si con la cabeza y me siento en el vestíbulo de la oficina de la socia de aquel hospital. Estoy exhausta. Ayer tuve la presentación en Seattle y creo que he terminado afónica. Mikhail no tiene ni idea de que vine a ver a la finolis. Y mucho menos que fisgonee sus documentos para sacar el contrato.

— Adelante señorita McMillan, la doctora Harley la está esperando.

Trago saliva y entro a la oficina. He tratado de vestirme lo más formal y elegante posible. Y espero que mis nervios no me ganen. La mujer me recibe con  seriedad y dice

— No entiendo su visita señorita...

— McMillan, Megan McMillan

Me mira y sentándose con indiferencia responde

— ¿Que usted no es esa violinista de la que todo mundo habla?

Asiento con la cabeza

— No había conocido a una tan vulgar y ordinaria como usted. Dígame, ¿A qué vino?

Trago saliva y respondo

— Quisiera hablar con usted sobre lo que ocurrió aquella mañana hace unos días atrás. Confundí el momento y entendí otra cosa. Mikhail y yo, estábamos peleados y fui al hotel para hablar con él. Al verlo con usted creí que era su nueva pareja. Sé que actúe mal y la ofendí. Le ruego que me disculpe, pero Mikhail no tiene la culpa de mi comportamiento reprobable. También le pido que por favor, reconsidere cerrar el negocio que tenía con Mikhail y su farmacéutica.

La mujer me mira y seria se cruza de brazos

— Digame, no, intente convencerme de porque tengo que volver a considerar ese contrato después de lo ocurrido.

Suelto un suspiro y buscando la mejor forma de responder, contesto.

— He estado ojeando no solo el contrato, también lo que se está acordando y en el mismo se habla en su mayoría de fármacos cardiovasculares y anestesia local y general por seis meses. Debe tomar en cuenta, que de todas las biofarmacéuticas en el mercado, Ivanov Pharmaceuticals, es la única que se especializa en el tipo de fármaco que usted estaba negociando con Mikhail. Además, el precio, considerando la cantidad que usted y Mikhail habían acordado es muy cómoda para que usted y el hospital puedan costearla.

Arquea una ceja y la noto algo indecisa

— ¿Qué traes ahí?

— Ah, es el contrato que se negó a firmar aquella mañana. Le ruego que reconsidere el firmarlo.

Arquea una ceja y reclinándose en la ejecutiva responde

— Aun no me convenzo

Suelto un suspiro y desesperada contesto

— Mire, ahora no le voy a hablar como la representante de una farmacéutica. Le voy hablar como mujer. Usted estaba charlando con el hombre que amo. Soy muy impulsiva y lo primero que me vino a la mente es que ya me había reemplazado. Que usted era su nueva conquista. Me sentí horrible. No quería perderlo. Todo lo que le dije, lo hice enojada y frustrada. Le suplico que por favor me perdone y firme el contrato.

Le estrecho la carpeta y lo mira, ¡dios que firme el maldito documento!

— Vale, lo haré. Firmaré el documento. Pero con una condición.

Tomo un respiro

— Cuál doctora

— Es una que no va a poder negarse en lo absoluto.— Sonríe — Quiero que me facilite dos entradas para su próximo concierto instrumental.

Tuya Sin LímitesWhere stories live. Discover now