Capítulo 21

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Mi agitación en el pecho se aceleró, al pensar aquello, bese su frente y sus manos y salí de su habitación a paso veloz, camine hasta mi habitación, abrí un cajón de la cómoda y saque un velo grande y negro, salí de la habitación hasta bajar las escaleras.
— ¿Que estás haciendo? — Pregunto Fela parada en el umbral de la habitación de Tessia. Yo tome el velo y me envolví en la cabeza cubriendo todo mi cabello y parte de mi rostro camine hasta la puerta de entrada y tome el picaporte — ¿A dónde vas? — pregunto Fela asustada deteniéndome, jalando mi hombro.
Voy a traer a ese idiota de Kretschmann.

— ¡¿Estas demente?! — Grito con los ojos bien abiertos — Porqué eres la única persona que conozco que haría algo tan estúpido. Te recuerdo que hay una guerra afuera.
— ¡No podemos dejar que se muera! — Brame — Sería muy ingrato de nuestra parte dejar que eso pase.

Ella se quedó en silencio, sabía que decía la verdad, ella bailaba los ojos de un lado a otro mientras golpeaba la planta del pie contra el suelo, de pronto se abalanzó a mi abrazándome con fuerza, mis brazos rodearon su espalda mientras ella acomodaba su cabeza en mi hombro.
— ¡Maldición, Norah! — Sollozo en mi hombro
— ¡Prométeme que regresaras! — grito mientras se separaba de mí.

— Te lo prometo. — Dije con seriedad, ella acarició mi mejilla y volvió a abrazarme.

Cuida a Tessia mientras vuelvo.

Fela asintió, gire el picaporte y otra vez respire el aire de afuera, la apariencia de las calles se veía diferente, había soldados por todos lados, edificios destrozados y unas grandes llamas quemando ramas, me cubrí bien el rostro con el velo y camine sin rumbo, mirando a todos lados, cuidándome de que no me vieran demasiado sospechosa, las manos me sudaban bastante que se resbalaban en el velo que traía.

Sin rumbo, gire a la derecha a una calle vacía, balazos en el aire se hacían presentes, cuando sin más gire mi cabeza y lo mire a unos cuantos metros de distancia , el giro y solo podía verlo de espaldas , aun él no me miraba, ni siquiera podía imaginarse que estaba a unos pasos de él, tenías que hacer algo para que él se acercara a mí y no yo a él, pero no podía ser obvia, el dio media vuelta hacia a mí y comenzó a caminar sin percatar que estaba por pasar justo frente a mí.
Me cubrí un poco más el rostro con el velo, el comenzó a caminar, pero sentí que lo hacía demasiado lento, el caminaba de lado de un tipo vestido igual a él, lo mire con inquietud y atentamente unos segundos y lo reconocí era el que azoto a mi madre, me dio latigazos en las piernas y mato a Geraldine, era el, aquel hombre desalmado caminaba de su lado con una sonrisa con los labios cerrados, pero bastante amplia, tenía voz firme, tanto que podía escucharlo hablar desde donde estaba parada, y comencé a recordar su voz cínica hablándome. Apreté los dedos, sentí temor, taquicardia y enojo, era un conjunto de sentimientos bastante Incorrectos, cuando lo mire, por un momento no me arrepentí de haber matado a uno de ellos.

Por fin Kretschmann estaba a unos pasos de caminar frente a mí, camine discreta hasta la esquina de la calle donde ellos iban cruzando, tenía medio rostro cubierto por el velo y el otro lo escondí en la pared de algún edificio de la esquina de la calle. Kretschmann distraído mirando a otro lado camino de lado mío, cuando mi mano se postró en su hombro. Se detuvo junto con su compañía.
Tenía el rostro cubierto y trataba de mirar por encima de él. El frunciendo el ceño me miro, estire la mano para improvisar y que el otro sujeto creyera que era una limosnera, el cuerpo me temblaba demasiado. Él me dijo unas palabras en alemán, algo que no entiende muy buen, me quede callada.

— Ahora no tengo — Dijo haciendo escapar el acento alemán, por fin lo entendí, mientras mire a través del velo traslúcido que su compañero me miraba de arriba para abajo confundido, tome su hombro y después tome su mano, era más grande y ancha que la mía , mis dedos delgados se cerraron para apretar los de él, el bajo la mirada para mirar la acción que hice, subió la mirada para enfrentarme, aun lo tenía sostenido de la mano, el con su otra mano la subió hasta mi velo, el cual con sus dedos hizo un movimiento fino y logro ver mis ojos y yo los de él, Kretschmann abrió los ojos como platos.

La Sombra Del Holocausto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora