Capítulo 27.

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Los oficiales comenzaron a empujar a los vagones a las personas con violencia, mientras Fela y yo seguíamos paradas frente a uno de los vagones, ahora yo apreté fuerte la mano de Fela, los nervios y el miedo se comenzaron a convertirse en una nueva emoción, mi nariz comenzaba a enfriarse, estaba segura que no sentiría nada y subiría al tren sin hacer bulla, pero simplemente no lo logre, el miedo entumeció mis dedos de la mano derecha y con la otra apreté con fuerza la mano de Fela, ella se quejó del dolor y me soltó, yo me dirigí a ella. — No subiré Fela. — Sentencie nerviosa.

Ella sorprendida tomo mi mano con agresividad y la apretó. —Ya no podemos hacer nada, solo sube.

Las personas que subían en nuestro vagón, pasaban empujándonos, y golpeándonos con sus valijas.

— ¡No! — Grite.
— ¿Crees que yo sí quiero?

— ¿Qué esperas que no subes? — Dijo alguien detrás de nosotras. Fela y yo volteamos en el mismo instante. Era Max otra vez.

Yo lo mire con desprecio y camine de espaldas sin girar a mirarlo, cuando choque con alguien más, gire a mirar a quien había golpeado. Era Kretschmann, que acomodaba su boina, carraspeo la garganta y miro hacia ambos lados, después a mí.
— Vamos niña, sube al tren — Ordenó con tono golpeado. La forma en la que me hablaba comenzaba a conmocionarme. Yo negué con la cabeza, entonces el me tomo del brazo sin apretarlo y me llevo hasta donde estaba Fela y Max. Max miraba a Kurt con desdén mientras que Fela solo lo ignoraba mirando al suelo. El suspiro y me soltó.
— No me hagas esto más complicado, por favor sube al tren, Norah. — Dijo en voz baja y suplicante, dijo mi nombre con preocupación, lo podía mirar en su sien, y su vena estaba presente, pero no estaba molesto, me había dado cuenta que la vena de su sien se hacía presente con enojo, pero este no era el caso, seguía mirándolo a los ojos y el a mí, pero no pudo sostenerme la mirada y bajo la cabeza.


— Deja de mirarme y por favor sube al tren — Suplico levantando las cejas
Su próximo movimiento, fue subir su mano a la altura de mi costado, quiso posar su mano en mi cintura, justamente donde sentía aun dolor de la patada de aquel horrible hombre, dolía tanto que apenas me toco me aparte haciendo gestos de dolor. Él se dio cuenta de mis gestos, y su mirada se dirigía a mi costado, yo lo mire aun con el gesto en la cara. Max se aproximó a mi lado, tocándome el brazo.

— Vamos, Norah, subiré contigo — Dijo frotando mi brazo, luego beso mi sien.

Kurt giro a mirarlo, frunciendo el entrecejo y haciendo una mueca en la cara, el miraba a mi hermano de arriba a abajo molesto, estaba furioso de repente.
— ¿Y este quién es? — Me pregunto con altivez sin quitarle la mirada de encima, el seguía furioso y temí por un momento.

»Por Yahvé, ¿Esta celoso?«

— Soy su hermano — Demandó Max con el mismo tono de altivez.

Kurt giro a mirarme aun con el ceño fruncido pero sin el rostro furioso

― ¿Tienes hermanos? — pregunto. Yo sonreír con amargura,

— Si, ¿Tenía que decírtelo? ― Demandó Max. Kurt lo miro serio, yo puse la mano en su pecho. — Tranquilo Max.

Mire a Kurt con desprecio y gire a mirar a mi hermano con una media sonrisa, pronto Kurt cambio su posición del cuerpo a recta y carraspeo la garganta.

— Judíos — Nos habló con la voz grave y aterciopelada de siempre — Están estorbando la entrada.

Wilm camino hasta a mi apareciendo de la nada, me tomo del brazo hasta empujarme dentro del vagón, caí en el suelo del mismo, me lastime el lado donde me pateó, seguido azoto Fela de lado mío, y al último Maxwell. Me levante rápidamente a mirar a Kurt por última vez, me miro con lamento y haciendo un esfuerzo por creo yo no llorar, Wilm me empujo otra vez, caí de nuevo y me lastime aún más, la puerta se deslizo de arriba a abajo cerrándose, un hombre mayor me ayudo a levantarme y camine hasta un espacio a que no se le puede llamar ventana, era un espacio con barrotes de metal delgado, pero lo sufrientemente fuertes , lo suficiente grande para aun mirarlo por ahí, el tren silbo y saco humo por arriba, este comienzo a avanzar lento, y el camino hasta perderlo de vista, mientras el tren avanzaba.
Di media vuelta y me di cuenta que había demasiadas personas metidas en ese vagón, aproximadamente unas cien personas, en esta incluyéndose, hombres, mujeres, niños, jóvenes y ancianos, me puse de puntillas y podía ver a una embarazada en la otra esquina.
— ¡Mentirosos hijos de puta! — Exclamo un hombre del otro lado. — Dijeron que habría comida y agua aquí dentro.

Lo ignore sonriendo sin ganas y de lado mío me tomo Fela de la mano y me dijo; — No te apartes de mí.

No le conteste y mire a Max caminado hasta la esquina contraria del vagón.

Habían pasado largo tiempo, quien sabe, en este tren un segundo se podía convertir en todo un siglo, di un paso al costado y choque con un balde de metal, mire hacia abajo y este estaba lleno de agua. Jale la manga de Fela y le señale con la mano.
— ¡Agua! — Exclame fuerte, de pronto todos giraron a mirar al balde, todos se aproximaron contra el balde y me pare frente a él.


— ¡Quítate de en medio, tengo sed! — Grito una chica quizá de mi edad.
— ¡Todos! Tenemos sed. — Sentencie. —Y somos bastantes, un balde no va alcanzar para todos nosotros.

Los susurros comenzaron.
— Yo quiero que tome primero mi mujer, tiene un bebe — Señaló.

— No por eso va a tomar agua primero — Demande. — ¡Yo también tengo sed! — Grite altanera.

De pronto todos comenzaron a gritar y hacer bulla.
— ¡Silencio! — Grito un anciano. — ¿Ni siquiera en estos momentos podemos de dejar de insultarnos unos a los otros?

El anciano se acercó a mí, yo seguía a la defensiva, el toco mi hombro y me dijo:

— Muchacha, por favor, sé que tienes sed, yo también la tengo — dijo sonriente. — Así que dale un sorbo y pásalo a los demás. Por favor.

Yo lo mire con lamento, di la vuelta, di un sorbo pequeño, que lleno toda mi garganta, y pase el balde a Fela, ella tomo agua, y le paso el balde a alguien más.

Me deje caer en la esquina de la puerta del vagón, Fela se sentó igual de lado mío, me senté recargando mi cabeza sobre la pared, sentía una molestia dolorosa en la cintura al sentarme, mientras todos estaban en lo suyo esperando el agua, yo me alce el vestido hasta la cintura mostrando un poco la ropa interior, hasta que mire un gran moretón del tamaño de mi mano estaba en el costado de mi cuerpo de lado de mi cintura. Y recordé bien porque estába ahí — Maldito — dije por lo bajo y me baje rápido el vestido. De nuevo recordé lo que Kurt Kretschmann me hizo y me di media vuelta sentada e intencionalmente me di un golpe contra la puerta en la frente, otra vez, y una vez más, castigándome por lo estúpida que fui al creer en un nazi.

La Sombra Del Holocausto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora