1:45 pm {Amy}

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Un extraño rugido surgió del estómago de Brenner y recordé que solo había comido una dona. Estaban a punto de ser las dos de la tarde y solo había comido mentas que solo me abrieron más el apetito.

—¿De casualidad no tendrás algo de comida en ese bolso? —preguntó, esta vez con un tono menos duro que el que había usado con anterioridad.

Negué. Generalmente salía a las dos a Subway a comprarme un sándwich grande para comer (después del ladrón de tupperwares) y rezaba para que el estómago no me hiciera sonidos extraños hasta que llegara a mi casa por la noche.

Brenner posó la mano sobre su estómago y por un momento vi destellos de su faceta de hombre hambriento.

—Generalmente el incompetente de Gabriel trae comida de algún restaurante y ambos comemos en la oficina.

Gabriel era un chico de mi edad de cabello negro casi siempre engominado y ojos marrones. Me agradaba bastante, es decir, era bastante valiente de por sí trabajar con Brenner y no quedar calvo por el estrés.

O al menos eso suponía. Tal vez traía un peluquín debajo de todo ese gel para cabello.

—¿Tú y Gabriel almuerzan juntos? —pregunté muy curiosa del asunto.

Brenner me miró.

—Claro, es mi asistente, no lo voy a dejar botado por allí comiendo solo. El inútil hace algunas veces bien su trabajo y lo recompenso así.

Esperen un momento... Brenner... Gabriel... ¿Será que...?

Ambos siempre caminaban hombro a hombro por los pasillos y se peleaban a cada rato, a veces Gabriel no paraba de hablar de él cuando visitaba mi piso y también almorzaban juntos.

Le di una mirada a Brenner quien tomaba mi bolso como si fuera el suyo y hurgaba en él para sacar mi botella de agua mineral y empezar a beber.

—¿Eres gay? —la pregunta salió sola.

Brenner casi se atraganta con el agua regando gran parte de esta en su camisa y pantalón. Ups. Puso la botella a un lado y me miró con los ojos bien abiertos. Demonios. Me había buscado problemas.

—¿Por qué me preguntas eso? —Negó repetidas veces—. No, Amy, no soy gay.

Encogí los hombros

—No lo sé, es decir, tú y Gabriel siempre andan juntos, almuerzan juntos, capaz y van al baño juntos...

—No soy gay, Amy —dijo mientras miraba preocupadamente su camisa fina—. Además, Gabriel tiene novia, la pelirroja del piso catorce.

¿Karen? ¿Gabriel estaba saliendo con la pelirroja que hacía los cafés y me mantenía al tanto de los chismes?

—¿Karen? ¡Por qué esa boba no me lo había dicho antes! ¡Soy su amiga y no lo sabía!

Brenner empezó a desabotonarse la camisa mojada. Sentí mis mejillas cálidas al instante. Demonios. ¿Esos eran abdominales? Hacia tanto tiempo que no veía abdominales como esos. ¡Qué me estaba pasando! Necesitaba un comentario para dejar de pensar en sus abdominales.

—¿Me harás un baile erótico o qué?

Debía pensar antes de hablar, aunque después de haber cometido ese error dos veces seguidas en serio creo que era algo imposible viniendo de mí.

Cerré los ojos esperando alguna reacción de enojo por ese comentario tan fuera de lugar, pero al observarlo de reojo me di cuenta de algo que me dejó atónita.

Brenner... esto no era posible... ¡Se había sonrojado! ¡Sus mejillas estaban rojas! ¡¿Había sido por mi comentario?!

Tal vez era enojo, tal vez pena ajena. Fuese lo que fuese, había teñido de rojo sus mejillas y había pasado mucho tiempo sin ver a un hombre sonrojándose tan fácil.

—¿Puedes dejar de hablar? —me pidió con su tono cortante.

Estaba segura que no estaba acostumbrado a sonrojarse. Me sentía como si hubiera sido testigo de un eclipse.

—Entonces no eres gay ni Gabriel lo es —dije mientras me recostaba más del panel de espejo y miraba disimuladamente su trabajado cuerpo.

Brenner me podía estar mirando de la manera más horrible posible. Pero yo seguiría sonriendo siempre. Me encantaba hacer sonreír a la gente y Brenner James no iba a ser la excepción.

—No —dijo mientras torcía su camisa—. Ahora ¿Puedes callarte y dejar de ver mi torso?

El sonrojo pasó de estar en él a estar en mis mejillas, pero respeté su petición y miré hacia otro lado.

—¿Pasaste de nerd a empresario exitoso y con buen cuerpo? —Brenner intentó ignorarme. Pero lo haría hablar—. Hablemos de estereotipos entonces, en ese caso yo era la porrista sexy de secundaria.

Brenner rodó los ojos

—Sí, claro.

Intenté poner mi cara más dramática de indignación.

—¿No me consideras sexy? Porque por alguna razón Graham quiere acostarse conmigo...

No debí haberle dado más pie para que me molestara y el claramente no iba a perder la oportunidad.

—Graham y Amy, sentados bajo un árbol —canturreó mientras reía.

No sé si era porque estábamos encerrados. O porque no lo había escuchado reír. Pero su risa era tan linda y sonora, no irritante como la de mi último novio (siempre creía que se estaba ahogando).

—Cállate ya Brenner...—le advertí mientras seguía mirando sus pectorales. Me sentí como una polilla atraída hacia ellos—. Como te decía, yo era una porrista y digamos que no fue la mejor elección que tuve, muchos de los idiotas con los que salía solo me buscaban porque era porrista y pensaban que me iba a acostar rápido con ellos.

—Vaya vida, debiste estar estresada por escoger con quien acostarte —dijo de la manera más sarcástica—. ¿Qué más fue difícil para ti? ¿Emborracharte y burlarte de los nerds?

Me habían dolido sus palabras. 

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