Tres.

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#MaeDay

Capítulo tres: Volcán.

La alarma sonó.

Abrí los ojos y rápidamente los cerré buscando como apagarla sin moverme. Finalmente luego de treinta segundos decidí que tenía que mover al menos el brazo para poder encontrar la solución.

Cinco y media de la mañana: ¿por qué? Porque era la hora en la que mamá nos había enseñado militarmente cada mañana a despertar.

Después de todo, mi alarma del teléfono era el sonido de la trompeta, mucho mejor que ser despertada por una real.

Me estiré, rodé hacia el piso para luego levantarme y correr hacia el baño. Como yo; mi hermano había sido educado de la misma forma y eso no me beneficiaba en nada.

Al menos tenía un as bajo la manga. El día anterior había cerrado la puerta del baño con seguro y guardé la llave, papá tenía una copia y la otra estaba bajo la alfombra... ¿O no?

Oí pasos rápidos; abrí la puerta viendo a mi hermano que intentaba entrar al baño, reí y giró a verme entrecerrando los ojos. Hice ademán de empezar a correr y él se "adelantó".

Miré la llave y le di la vuelta en el aire para luego abrir la puerta del baño y esperar a que mi hermano se diera cuenta de que la llave no estaba donde creía.

—¡Mae! —gritó mientras cerraba la puerta riendo como una loca.

—Tendrás que esperar, niño rata.

—¿Es un nuevo apodo?

—Me reinvento cada día, querido hermano —anuncié echando pasta dental en mi cepillo.

—Vas a perder... Griffin.

—¡Tú también eres Griffin, genio! ¿Estás hablando contigo mismo ya que eres un perdedor?

―¡Eres irreverente en mi vida!

―¿No querrás decir irrelevante?

―El que tiene plata habla y hace lo que quiere.

―¡Entonces haz lo que yo te digo!

Mi hermano dio un golpe a la puerta demostrando que se había rendido y susurré para mí misma:

—No puedo creer que le parezcas lindo a Mía ―Me estremecí y seguí arreglándome.

El día auguraba un buen inicio. Había tomado un buen desayuno y mi hermano fue levemente obligado por mi padre a dejarme en la universidad.

A mí y a mi bicicleta.

En cuanto pisé el campus un aire denso chocó mi cuello.

—El examen —me choqué la frente recordando que por irme de fiesta y dormir como una morsa todo el fin de semana, no había hecho nada en cuanto a estudios.

—¿Se puede saber qué rayos es esto? —preguntó Gina mostrándome una foto.

—¿Y esto? —tomé su celular al verme echada en el césped... Dormida junto a una botella. Obviamente la botella la habían puesto a mi lado.

—No lo sé, Mae. Estás en las fotos «top» de la universidad de la semana.

—¿Y qué rayos es eso? —pregunté y ella tomó su celular para luego devolvérmelo con una página cargada.

Básicamente un blog con fotos de las cosas más «geniales, raras o graciosas»dicho por ellos― de la semana comandado por un anónimo. Gente sin fin y lucro que se divertía compartiendo el sufrimiento de los demás, un inútil, vamos.

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