Capítulo 19

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Desperté sobresaltada, con el sudor frío en parte de mi espalda.

Gideon estaba (como siempre) a mi lado, su cabeza apoyada en su brazo de una forma tan angelical que parecía varios años más joven.

Sonreí ante esta visión, pero perdí inmediatamente la sonrisa en cuanto vi a Falk justo en frente de mí.

-¿Buenos días? –dudé.

-Buenas y malas noticias. ¿Cuáles prefieres? –evadió mi muy torpe pregunta.

Me quedé unos cuantos segundos decidiendo qué podía ser peor, si una noticia buena que me diera esperanzas para que luego una mala me cortara las alas; o una demasiado mala que me deprimiera en seguida tanto que ni siquiera la buena podría quitarla... y resolví que me valía una mierda. Era verdad, ¿qué podía ser peor?

-Dime las buenas. –le dije firmemente.

Sonrió levemente, dejando ver sus ojos de lobo entre las pequeñas arrugas que se empezaban a notar a los lados de éstos.

-Eres optimista, ¿eh?

Lo miré con indiferencia. Si hubiera podido poner los ojos en blanco, lo hubiera hecho.

-Tu gran amigo y compañero del pajar te dejó sola anoche. –comentó Xemerius.

Volteé la vista hacia arriba, donde se encontraba él colgado cual murciélago en el candelabro del techo.

-Hemos encontrado la segunda pista del conde. –por fin dijo.

¿Hemos? Que yo recuerde, no me desperté en toda la noche.

Xemerius se seguía meciendo en el candelabro, provocando que éste se moviera muy levemente.

-Gideon insistió en ir a la soirée. Llegó dos o tres horas después de su... incidente con lord Alastair y el conde le entregó una carta en sobre sellado.

-¿La han abierto? –me apresuré a preguntar.

-Sí. Dentro de ella están las malas noticias.

Me quedé callada. Por primera vez en toda la conversación, me pregunté por la posible pinta que traía. Por Dios, si alguien llegase a verme al despertar por las mañanas, diría que soy algún tipo de zombi.

-¿Y? –suspiré.

-Parece que el conde ya se cansó del juego de las pistas. Ésta vez ha tomado una iniciativa un poco más moderna. Mucho más eficiente y más fácil de comprender. Al menos, eso es lo que indica la carta.

-Falk, realmente el conde me vale una mierda. –le contesté secamente, sin prever su reacción ante esta "mala palabra". –Sólo quiero saber de mis hermanos. De mi madre y de la tía Maddy, Lady Arista... y de Leslie y Raphael.

Con el ajetreo de los últimos días, no había tenido la menor oportunidad de verlos, a ninguno de ellos.

Falk me tendió un sobre muy antiguo con el sello roto.

Dentro de él venía un papel muy fino, seguido de otro papel doblado varias veces sobre sí mismo.

No contesté a Falk, me limité a extraer la carta del sobre y revisarla con detenimiento.

"Miss Shepherd:

Por el tiempo observado en el presente, pude deducir que sus capacidades, tanto intelectuales como físicas, no son del todo eficientes.

Me he dado a la tarea de facilitarle el trabajo.

Gideon, en alguna de sus anteriores visitas, me ha contado sobre un juego del futuro sumamente interesante.

Diamante (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora