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Camila's POV

Mis manos estaban coladas entre las de Lauren, que eran suaves, aterciopeladas, tersas, y acariciaban las mías con toda la ternura que podía. En la cafetería el sonido para mí era estruendoso, y Lauren había decidido quedarse conmigo a comer todos los días, y acompañarme en todas las clases.

—¿Qué quieres hacer hoy? —Me preguntó al oído, y mi primer instinto fue abrazarla por el cuello tan fuerte como podía, pero... No. Estábamos en el instituto, y esas cosas me las reservaba para después.

—No lo sé, no sé mucho sobre lo que se puede hacer en el mundo. —Murmuré encogiéndome de hombros, y su risa, melódica y casi infantil me hizo sonreír.

—Bueno, te lo podría enseñar yo, ¿no crees? —Escuché cómo el ruido de la cafetería iba disminuyendo, y mis manos buscaban refugio en las suyas, apretándolas un poco.

—Me gustaría tener una cita contigo. —Ella coló sus dedos entre el hueco de los míos, afianzando así nuestras manos.

—¿Dónde quieres ir en nuestra primera cita? —Dudé un poco en qué contestar.

—No es que pudiésemos tener una cita normal, Lauren. Por ejemplo... No podemos ir al cine, ni a un parque de atracciones, ni cosas sin que... Sin que yo de la nota. —Aquellos pensamientos en mi cabeza me estaban matando.  ¿Qué pasaba si Lauren miraba a otras chicas y yo no lo sabía? ¿Qué pasaba si ella se cantaba de estar buscando cosas que hacer que se ajustaran a mí? ¿O si quizás llegaría un momento en el que le cansaría que no pudiese verla, que no pudiese hacer algo sola, que se cansase de cuidar de mí?

—Tú no das la nota. Oye, no tenemos por qué ir al cine, es muy caro y además las películas que salen ahora son todas basura. Pero hay algo que quizás te guste y que podríamos hacer juntas. —El tono de Lauren siempre era más suave de lo normal cuando se dirigía a mí, era como si no quisiese asustarme, alterarme, como si supiese que los sonidos fuertes me desconcertaban. —Podemos escuchar música toda la noche, cenar pizza. Podemos recorrer Vancouver en moto, puedo leerte, podemos besarnos... Cuando la gente tiene citas no hacen cosas muy especiales, ¿sabes? Además, sí que podríamos ir a un parque de atracciones.

Las palabras de Lauren me hacían enrojecer, porque había hecho el idiota totalmente. Pero mis dudas seguían ahí, ¿cómo se iba a enamorar alguien de mí? Ya me había pasado antes, pero no sabía cómo arreglarlo, como ser diferente y así, quizás alguien podría quererme.

—¿Qué quieres hacer tú? Todo eso suena muy bien. —Lauren se acercó más a mi oído, dándome un beso en el cuello que me puso el vello de punta, y una sonrisa claramente idiota en mi rostro.

—Luego lo hablamos, ¿vale? Pero... ¿Puedo besarte? —Negué separándome, cogiendo el bastón que aquél día había tenido que llevar, porque ni Lauren ni Claire llegaban a la hora.

—No. —Respondí riéndome, y me levanté de la silla.

—¿Por qué no? —Lauren me colocó la mochila en los hombros, y comencé a caminar mirando al frente.

—Porque no sabes besar en público, Lauren. —Una cosa curiosa era la forma de besar de Lauren. Cuando quería besarla de forma algo más delicada, ella simplemente... Me comía, por muy fuerte que sonase aquello.

—¿Cómo que no sé besar en público? —Decía en voz baja, y me aparté un poco de las taquillas, ya que el bastón había chocado contra el metal que retumbaba en todo el pasillo.

—Lauren, besas genial. Pero cada vez que me besas me... —Sonreí negando, pasándome la lengua por el labio inferior.

—¿Te muerdo? —Negué con las mejillas tan rosadas que podía notar el calor salir de mi cuerpo.

coldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora