Dieciséis.

49.9K 5.7K 1K
                                    


#NoMaeDayPeroYolo

Capítulo dieciséis: #Dia.

Había soñado tanto con ese momento, lo habíamos hablado. Dijimos tantas cosas: Imaginábamos qué pasaría si nos hubiéramos conocido en el aeropuerto, ella llegando a mi casa, yo a la suya...

Al final mi locura —con un poco de intervención Gunn— ganó y terminé apareciendo un viernes por la tarde en su jardín como si nada.

Estaba loca, sí. Pero estaba cumpliendo uno de mis sueños... Estaba conociendo por segunda vez a mi mejor amiga.

La palabra desvirtualizar había perdido el sentido desde que empecé a repetirla como una condenada loca. Ambas llorábamos abrazadas y Christine no hacía más que grabar y hacer comentarios al respecto.

—Se te ha corrido el rímel —rió Mia limpiándose las lágrimas con la manga.
—Lo sé —lloré más mirándola y sonreí— no importa —La abracé por enésima vez y reí— es increíble. Eres real.
—¡Y tú! Eres tan enana como lo imaginé.
—Y tú tan pesada como siempre —hipé y me quité las lágrimas de la mejilla— por cierto, te debo algo.
—¿Qué? —preguntó sonriendo y le pegué en el brazo riéndome de su reacción.
—Te dije que te golpearía cuando te vea por todos los chistes malos que hiciste en estos años.
—Eres una tonta —volvió a abrazarme y sonreí.
—No, pero en serio te traje algo.
—¿Qué? Pero yo no...
—Cállate —hablé soltándome y caminé hacia mi auto. Chris se movió de la puerta y saqué una gran bolsa con varias bolsas llenas de cosas dentro.
—Ovejita, ¿qué pasa aquí?
—Ay no —susurró Mia cerrando los ojos.
—Oh por Dios, es la leyenda en persona —hablé mirando a la progenitora más genial del mundo frente a mí.
—Hola —Me sonrió confundida— ¿Te conozco, cariño?
—No, pero yo sí. Soy muy fan, de verdad. Usted es una mamá muy genial. Necesito hacer algo, por favor —hablé e inmediatamente comencé a aplaudir. Me estaba mirando algo confundida pero empezó a reírse.
—Ovejita, ¿está ebria?
—No mamá, es así en su estado natural, que es lo peor.
—Permita que me presente, soy Mae Griffin. Rosemalover.
—En serio, ¿qué está pasando? —preguntó riéndose y tomando a Mia de los hombros para alejarme un poco de ella.
—Mamá, te presento a Mae, la amiga de la que siempre hablo.

Rosemary Welch giró a verme y luego a sus hijas. Una con cara de haber llorado y la otra que nos había estado grabando.

—No entiendo nada.
—Será mejor que pasemos, le demos un tranquilizante a esta chica y hablemos un poco —comentó Chris entregándome la cámara y sonrió guiándome hacia dentro de la casa.

Todo se veía ordenado y lindo. Como mi casa sólo los días que me toca la limpieza.
Había unos cuadros familiares y muchos adornos.
Reconocía varios de los ambientes ya que al hablar por Skype con Mia me iba mostrando su casa y viceversa. Estaba parada en un lugar que ya había visto sin estar presente. Un olor a chocolate caliente invadió mis fosas nasales y suspiré.

Olía a hogar.

—Lamento la reacción de hace rato, es que Mia me ha hablado tanto de usted. Me he reído tanto con sus historias y me emocioné —Rosemary me sonrió y empezó a servir el chocolate sobre cuatros tazas.
—Creo que está bien, pero quiero saber cómo es que pasó todo.
—Sí, yo también quiero saber, la última vez que hablamos estabas en modo depresión en tu habitación y ahora estás aquí sonriendo como una loca en la sala de mi casa —comentó Mia y yo reí.
—Bueno, sucede que últimamente me sentía muy mal. No estaba cómoda con nada. Mi vida se estaba volviendo muy monótona, entonces hablé con... Un amigo.
—Amigo —habló Mia, pareció pensarlo un poco y una sonrisa surcó sus labios— amigo... ¿Un amigo cuyo nombre empieza con J y termina en oseph?
—Sí, Mia. Hablé con Joseph —sonreí negando con la cabeza y volví a concentrarme— él me dijo que si tenía la posibilidad de hacer algo y quería lograrlo... Que lo haga. Y bueno, creo que tenía razón. Conocerte estaba dentro de mis planes y decidí hacerlo. Así que le pedí el auto a papá, que en parte es mío, manejé hasta aquí hace dos días, pasé tiempo con mi abuelo que vive aquí también y me comuniqué con Chris. Ella me trajo... Y aquí estamos. Por cierto, el chocolate está delicioso.
—No sabía que se conocían tanto, la verdad es que a mí el internet me da mucha desconfianza, pero me alegra que tú y mi hija se hayan conocido. Se les ve muy emocionadas —sonrió mirándonos.
—Sí, fue increíble, de verdad. Es raro como le tomas cariño a alguien sin, en parte, conocerla. Pero es que supongo que la mayoría de veces te muestras como eres en realidad con esa persona porque no te ve. Los seres humanos somos raros —reí tomando de mi chocolate.
—Concuerdo —asintió su madre mirándome— ¿sabes? Me recuerdas mucho a una amiga que tuve en la universidad.
—¿Ah sí?
—Sí. Se ve que estás un poco loca y no paras de hablar...
—Lo está y nunca para —intervino Mia y reí.
—De verdad, te pareces mucho. ¿No será tu mamá? —bromeó y sonreí de lado.
—No lo creo, mi mamá era muy callada en este sentido. Sólo hablaba para dar consejos y ser la mejor.
—¿Era?
—Sí, falleció hace un par de años —tomé del chocolate y la miré— era rescatista en las fuerzas aéreas.
—Wow...
—Sí, wow —sonreí de lado.
—Lo siento, cariño. No tenía idea...
—No, no se preocupe. Sé que no... Además creo que es genial poder hablar de ella. Mamá hizo mucho por el país, estoy orgullosa de ella. De todos modos vamos a cambiar de tema porque necesito darles todo esto —sonreí levantándome y caminando por la bolsa que había sacado del auto.
—No tenías que molestarte, Mae —habló Mia mirándome, yo la señalé e hice una señal para que no hable.
—Pues ya me molesté.

EternecoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora