4:31 pm {Amy}

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En definitiva los elevadores ya estaban en mi lista negra.

Por segunda vez en el día el elevador se desplomó.

Y por segunda vez en el día en el momento menos oportuno.

Repito nuevamente. ¡¿Por qué me pasaban estas cosas a mí?! Era una muy buena chica. No rompía un plato (solía romperlos todos).

Pero como dije antes, el destino me odiaba. Solo estaba allí para poner patas arriba a mi vida y luego dejarme a la deriva para que yo solita intentara arreglar el desastre.

La cuestión fue esa.

El elevador se desplomó. Brenner gritó como niñita y yo grité como una persona normal. Ambos nos abrazamos y esperamos el impacto. Ambos cerramos los ojos. No quería que vieran mi cadáver con los ojos abiertos, eso sería totalmente espantoso.

Pero el impacto nunca llegó.

En su lugar el elevador se detuvo bruscamente, iba a tener varios moretones por esas caídas repentinas.

Brenner y yo nos miramos.

—Como esto siga así te juro que yo mismo voy a matar al Capitán Lucas —dijo entre dientes muy enojado.

— ¿Estamos vivos? —pregunté—. Porque una vez vi una película donde todos los protagonistas estaban muertos y ni ellos mismos lo sabían.

Pensé que Brenner me iba a dar unas palmaditas en la espalda o algo, pero no lo hizo. Se dirigió directo hacía la bolsa de papel al borde de otro ataque.

Me acerqué a él y masajeé su hombro hasta que su respiración volvió a un ritmo normal.

—¿Estás bien?

Él asintió. Pero no apartó la bolsa de su boca por un rato. Se la pasó repitiendo su mantra de Uno. Dos. Tres. Respira.

Luego de asegurarme de que no se iba a morir (Demonios, recién lo había encontrado, no iba a dejar que se me fuera fácilmente) me acerqué al teléfono. Pero solo se escuchaba la nada al otro lado.

—Mierda —me giré y vi a Brenner ver la hora de su teléfono—. Mierda, mierda, mierda.

— ¿Qué pasa? ¿Estás herido?

Él negó.

—Son más de las cuatro y media... la fiesta de Cathy es a las cinco.

Oh. Ese si era un gran problema, el tráfico era ese gran problema. A cualquier hora estaba bien, menos a las cuatro, ni siquiera los motociclistas podían evitarlo.

—Tranquilo, llegaremos...

—No... mi deber era traer el pastel, llevarle su regalo especial... Jessica me va a asesinar, le romperé el corazón a Cathy y Ryan me romperá la cara...

Tomé su rostro entre mis manos

—No vas a decepcionar a nadie Brenner, tal vez no conozca a Cathy, pero si ella te quiere te va a perdonar.

Él suspiró. Esta vez en vez de besarlo decidí que un abrazo sería lo más adecuado, increíblemente este me devolvió el abrazo y nos quedamos así por un tiempo de unos cuarenta segundos.

Cuarenta tranquilos y pacíficos segundos.

Los cuales acabaroncuando un sonido metálico empezó a invadir la pequeña caja metálica y laspuertas del elevador se abrieron. 


El ElevadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora