La horrible

61 18 3
                                    

Discutimos. Peleamos. Nos bajamos. Subimos a otro carro. Discutimos. Pagamos. Conversamos sobre la tarea. Pasamos a otro tema. A otro. A otro. Nuestra conversación discurre igual que la de un matrimonio que va a cumplir cincuenta años; es decir, hablemos de todo pero en el fondo no nos decimos nada. Yo quiero continuar con la conversación que tuvimos en el recreo. No sé si mi amigo también quiera, se haya olvidado o no quiere tocar ese tema de nuevo. Los dos sabemos que nuestras decisiones no han sido fáciles, pero él ha tenido apoyo, yo no. Estos días cuando lo miro veo la situación en la que yo podría estar si es que no tuviera esa rotunda negativa por parte de mi familia. Antes de llegar al óvalo nos paramos de nuestros asientos. Avanzamos hacia la puerta. Anunciamos que vamos a bajar.

Nos detenemos. Bajamos. Caminamos. Frente al cine hay una especie de alboroto. Al parecer se ha estrenado una película de las que jala millones de personas a lo largo y ancho de este mundo ajeno. Le digo si es que a él le interesaría ver eso. Me responde que es la última película en cartelera que le gustaría ir a ver. Yo le pregunto el motivo. Me responde que es porque son todas iguales, los malos son absolutamente malos, los buenos son absolutamente buenos y aun así lo pongan al bueno en una situación más difícil que correr sin piernas, igual sale vivo, gana y se queda con la chica con cuerpo de supermodelo. Le digo que nunca lo había pensado así. Me dice que ese es uno de los motivos por los cuales quiere estudiar cine. Le pregunto si es para crear cine que no sea así. Me responde que sí y que es lo mismo con respecto a lo que yo pinto y dibujo, porque siempre quiero expresar lo que siento, pero a veces, por más que uno desee o quiera, en ciertos ambientes no se puede crear con libertad, ni se puede crear lo que uno desea. Llegamos a la puerta de su casa. Abre la reja. Me pregunta si entiendo por qué no le gusta vivir por esta zona. Los dos cruzamos la puerta. Cierro la reja. Le respondo que sí, que ahora todo tiene sentido.


La inevitabilidad del arteWhere stories live. Discover now