Capítulo 11

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El claxon sonaba en la calle y yo me apresuraba a llegar al coche. Era un Ford Cortina turquesa.

—¡Adiós, Mandy! —Evelyne se asomó a la ventana como una abuela para decirme adiós. En realidad era para ver con quién me iba. Me despedí con la mano desde allí.

—¡Hola, Amanda! —me saludó animada Suzzanne desde el asiento del conductor.

—¡Hola!

—¿Te...? ¿Te están hablando? —me dijo Suzzi señalando a la loca de Ev.

—¿Qué? Oh sí, es Evelyne. Una amiga.

—¿Quieres decirle que venga? Cuantos más mejor, y hay sitio en el coche —sonrió repleta de entusiasmo.

Me giré a mirar a mi amiga— ¡Evelyne!

—¡Dime!

—¿Quieres venir? —me sentí como una verdulera, gritando en mitad de la calle.

Evelyne me miró con ilusión, subió el pulgar y cerró la ventana. Allá que bajaba pitando.

—Ve entrando —dijo Suzzanne señalando la puerta de atrás. La abrí y entré.

—¡Hola, Mary! —no esperaba que estuviera en el asiento del copiloto, no la había visto aún.

—¡Hola, Amanda! —se giró en el asiento—. ¿Qué tal?

—Bien, muy bien. ¿Y tú?

—Estoy bien —sonrió.

En dos minutos ya estaba saliendo Ev por el portal del edificio y viniendo hacia nosotras. Se sentó a mi lado y Suzzanne arrancó el coche.

—¡Hola, chicas! —saludó cantarina.

—¡Hey! Yo soy Suzzanne, y ella es Mary —esta hizo una seña amistosa—. ¿Qué hay?

—Yo soy Evelyne, ¡un placer!

Se pasaron todo el trayecto hablando sobre la audición de Ev y sobre un artículo de teatro que Suzzanne había publicado. Congeniaron muy rápido, pero con Suzzi era fácil. Era tan divertida que caía bien con rapidez.

Llegamos al frente de un edificio grisáceo y estacionamos el coche. En un momento habíamos entrado a un pasillo de paredes de moqueta, y pronto estábamos en una sala espaciosa, con un escenario e instrumentos dispersos.

—¡Hemos llegado!

Brian alzó la vista sobre el punteo que hacía con su guitarra— ¡Hola!

—Qué pasa, chicas —Roger estaba muy concentrado en la batería sobre el escenario, no nos prestó mucha atención hasta que vio a Evelyne. Su expresión cambió ligeramente.

—Hola, bienvenidas —John se nos acercó con su bajo colgado al cuello.

—¿Cómo vais? —Suzzanne soltó su abrigo y su bolso sobre una silla.

—Vamos —dijo Roger, más nervioso que cuando llegamos.

—Poneos cómodas, no os preocupéis —nos dijo Brian a Ev y a mí con una sonrisa.

Pusimos nuestras cosas en la misma silla que había usado Suzzanne. Me sentía rara allí en medio. ¿Esa sensación de que deberías irte a casa? Pues esa. Lo malo era que yo la tenía todo el tiempo y era difícil saber cuándo era de verdad así. Por eso no puedo permitirme salir de casa nunca, carajo. Me parecía increíble tener la oportunidad de ver a un grupo de verdad ensayar y componer canciones, así que eso mantuvo mis pies quietos.

Me percaté de que Freddie no estaba allí. ¿Dónde se habría metido? Me apetecía verlo... Mientras pensaba, el muchacho salió de la nada y se puso a lo suyo. Lo vi por el rabillo del ojo. No me di la vuelta, fingí estar escuchando algo que decía Suzzanne. Lo sentí aproximarse.

—Hola, chicas —dijo jovial—. ¿Habéis llegado hace mucho?

—Acaban de llegar —dijo Roger, que aún estaba inquieto. Miré a Evelyne. Ambos lo estaban. Aquello me daba extrañas vibraciones.

—Genial —juntó las palmas de las manos. Freddie no estaba nervioso, pero juraría que se sentía incómodo. Tal vez era por tener a tanta gente allí. O tal vez era por mí. No me había mirado ni una vez. Ni yo a él. Mierda, ya la he fastidiado.

—Freddie, esta es la amiga de Amanda —Suzzanne me miró sonriente, señalando a Evelyne, que estaba sacando un pañuelo de su bolsillo—. Bueno, ninguno la conocéis.

—Sí la conocemos... —murmuró Roger por lo bajo.

—Nos encontramos con ellas en la calle el otro día —aclaró Brian mirando a Roger. Parecía que quería reírse. Brian, no Roger. Roger miraba fijamente al platillo de la batería sin expresión en la cara.

—¡Oh! Entonces sólo te falta conocer a John y a Freddie.

—Hola, yo soy John —alzó una mano sonriendo el susodicho.

—Y yo Freddie. Encantado, querida —sonrió desde el otro lado de la habitación sacando unos papeles de una carpeta.

—Un placer, chicos. Podéis llamarme Ev.

Pasado un rato, nosotras nos sentamos y los chicos empezaron a ensayar. Eran tan buenos músicos como alcanzaba a recordar. Al parecer tenían un par de maquetas que pulir, cosas nuevas. Me sentía como una fan privilegiada, allí viéndolos. Lo más divertido era ver a Evelyne rehuir la mirada de Roger, y viceversa. No sabía que pasaba ahí, pero era muy entretenido.

Cuando ya habían pasado cerca de tres horas o más, pararon y nos dijeron que ya era suficiente. Todos nos fuimos afuera. Una ráfaga de viento helado me puso los pelos de punta.

—Tengo una idea. ¿Por qué no nos repartimos en los dos coches en vez de ir como antes? —dijo Brian.

No, yo prefiero ir andando. Sola. ¡A casa! Si me quedo más tiempo acabaré metiendo la pata de verdad. Pero de todas maneras preferiría ir igual que antes. ¿Por qué quiere cambiar?

—Vale —añadió Roger muy rápido, igual de raro que antes. Por qué vale. No vale. Ajkkfiejfdkf.

—Está bien —dijo Suzzanne. ¡NO!

—Evelyne y Mary pueden ir con nosotros en el coche de Roger —dijo Brian con cara de querer reírse otra vez. Aquí hay algo raro... y no me gusta.

—Y Freddie y John con Amanda y conmigo en el mío —soltó satisfecha Suzzi. Mierda. Y más mierda. Mierda grande.

Tragué saliva. Encerrona... Así lo llamo yo a esto. ¿Pero qué más daba? Evelyne estaba muy tranquila, y a mí me daba igual porque me sentaría en el asiento del copiloto. No había problema. Me saldrá mejor la jugada, tengo que mantener la mente fría...

—Muy bien, pues... nos vemos en la cafetería —añadió Brian caminando hacia el coche de Roger.

—¡Hasta luego! Vamos, chicos —Suzzanne nos hizo una seña y los tres la seguimos.

Yo iba al lado de ella y los chicos detrás de nosotras. Me sentía rara. Como siempre, pero más incómoda. Tranquila, Amanda, te sentarás delante y ni siquiera tendrás que hablar...

Llegamos al coche. Suzzanne fue la primera en montarse. John abrió la puerta del asiento del copiloto y entró. Mejor me voy, así lentamente sin que se fijen. O puedo salir corriendo. Fingir que me está dando un ataque. Mi plan había fracasado, y me quería tirar al suelo y rodar hasta casa.

—Hola, Amanda —Freddie abrió levemente la puerta de la parte de atrás. Me miraba con una sonrisa un tanto sarcástica... ¿Acaso me ha leído la mente y sabe que estaba planeando escapar?

—Ho-hola —reí nerviosa. Abrió del todo la puerta y me hizo un gesto para que entrara. Cerró la puerta una vez que me había sentado y dio la vuelta al coche para entrar por el otro lado. Se sentó y nos pusimos el cinturón.

—Pongamos la radio —dijo Suzzanne dándole a un botón. Aún puedo saltar del coche en marcha. "Why Me Lord" cantada por Kris Kristofferson empezó a sonar. Eso mismo. Por qué yo, señor... Estoy pecando de dramática, ¿no es así?

KEEP YOURSELF ALIVE #2: Let Me In Your Heart ♕Where stories live. Discover now