✨Capítulo 5✨

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Dylan Wang miraba con preocupación a Becca mientras ella ordenaba los libros de la biblioteca. Él carraspeó y rompió el silencio.

—¿Sucede algo? —preguntó el muchacho.

La joven levantó la mirada hacia él y negó con la cabeza al tiempo que mostró su mejor sonrisa. La verdad era que su nuevo inquilino no había dejado de rondarle los pensamientos.

"Yo puedo hacerlo solo", recordó sus palabras y volvió a esbozar una mueca. Un poco desagradable y maleducado, sin duda.

—Uh, no. ¿Por qué?

—Pareces estar preocupada por algo. —Dylan cruzó los brazos sobre el pecho.

Becca se lamió el labio inferior y pensó en una respuesta, no quería decirle la verdad a su compañero de trabajo.

—Solo tengo cosas pendientes, tareas, obligaciones...

—Vale... —masculló Dylan, pero entrecerró los ojos.

Becca sonrió y siguieron con la tarea de ordenar todos los estantes de libros, los colocaron en su lugar y los limpiaron de paso. Después de dos horas, estaba exhausta sentada en el mostrador. Pensaba en qué haría al día siguiente, el que sería su último día de vacaciones. Tal vez adelantaría un trabajo de su universidad o invitaría a Susana a su departamento para ver películas de terror.

Sin embargo, todas sus cavilaciones perdieron fuerza cuando se percató de una persona que entraba por la puerta principal. La alta figura llevaba ropas oscuras con sudadera azul marino y una gorra, un atuendo propio de alguien que iba al gimnasio. Sus sentidos, al igual que el día anterior, se exaltaron hasta enloquecer.

Ese chico sin duda era caliente. Su corazón revoloteó en su pecho al mirar a Allen pasear la mirada por los diferentes estantes de libros, al parecer buscaba en la sección de historia del derecho. Él llamaba la atención, definitivamente la llamaba con su obvio atractivo, incluso, Dylan se había dado la tarea de estudiarlo y después había fruncido el ceño cuando vio que se dirigió hacia él casi trastabillando. Las manos le sudaban y un ligero apretón se incrustó en su estómago cuando llegó hasta él. Algo muy extraño acontecía en su cuerpo tan solo por su mera cercanía.

—¿Puedo ayudarte en algo? —preguntó.

Allen dejó de mirar los lomos de los libros para clavar la mirada en su rostro. Esta vez pudo contemplar bien sus luceros gracias a la luz del día. Eran realmente fantásticos, a simple vista parecían oscuros, pero si se fijaba bien, podía darse cuenta del brillante anillo dorado que rodeaba el iris de sus ojos. Nunca había visto unos ojos como esos.

Una expresión que ella no supo interpretar surcó su rostro.

—¿Trabajas aquí? —interrogó él.

Becca asintió y se encogió de hombros. Él examinó el lugar hasta toparse con Dylan, mismo que lo escrutaba desde el mostrador con algo de sorna.

—Sí.

—Bien. —Allen tomó un libro del estante y frunció los labios.

—¿Te lo llevas? —Trató de sonreír para que le devolviera la sonrisa, pero él solo asintió y caminó hacia Dylan. Pasó de su presencia con total indiferencia.

Becca frunció el ceño y ahogó las palabras que querían escapar de sus labios. Empezaba a creer que se trataba de un cretino, aunque uno muy atractivo para su pesar.

Dylan recibió el dinero y envolvió el libro para entregárselo después. La joven llegó hasta ellos y trató de no mirar al chico que hacía unos minutos la había ignorado.

Heridas Profundas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora