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Lauren's POV

Ella siempre me hacía sentir bien, no era cosa de aquella pizza. Podría estar comiendo brócoli o coles de Bruselas que tanto odiaba, que si Camila estaba frente a mí yo sería feliz. Y no importaba si me veía o no, no importaba si me miraba a mí o estaba mirando a la pared, estaba conmigo en aquella habitación. Estaba conmigo, siempre lo estaba.

—Así que... ¿Por qué te odia tanto Alexa? —Preguntó ella mientras yo ponía la caja de pizza en mitad de nosotras.

—Éramos muy amigas, ¿sabes? Pero... A mí me empezó a gustar, y se lo dije. Creía que iba a seguir siendo mi amiga, pero se distanció, hizo que todo el instituto me odiase. —Separé los trozos con un cuidado para que se fuesen enfriando. —Es homófoba, creo.

—Es gilipollas. —Dijo Camila con voz enfadada y el ceño fruncido. Agradecía enormemente que Camila lo entendiese, aunque si no lo hiciera era una absoluta tontería, porque salía conmigo. Al intentar incorporarse en la cama, apoyó su mano sobre la mía y se ayudó a levantarse, presionando mi mano con todo el peso de su cuerpo.

—¡Ah! —Grité quitando la mano rápidamente, porque había sentido los huesos de mis dedos crujir.

—Lo siento, lo siento mucho... —Camila buscó mi mano a tientas por la cama hasta cogerla, con los ojos cerrados.

—No pasa nada, mi padre se sienta encima de mi pie cuando estoy en el sofá, ¿sabes? No es nada nuevo... —Sonreí amargamente, acariciando su mejilla para darle un beso en la frente.

—Lo sé, pero... —Hizo una pequeña mueca encogiéndose de hombros, quedándose con las manos pegadas a los lados de su cuerpo. No quería que se sintiese mal por eso, así que le puse un trozo de pizza en la mano con cuidado.

—Así mejor. —Pero el trozo de pizza entre sus manos se tambaleaba, y el queso rozó la punta de sus dedos, comenzando a quemarla. —Ah, ah, ah. —Intentó zafarse del queso, pero al no poder ver dónde ponía los dedos, comenzó a quemarse más.

—Espera, espera. —Intenté que se calmara pero la pizza estaba totalmente sobre sus manos, hasta que entre sus manos y las mías, ambas quemándose, cayó sobre el escote de su camisa.

—¡Joder! —Gritó ella, apartándose el queso del pecho a manotazos, mientras yo lo miraba con la boca abierta.

—Lo siento. —Susurré sin dejar de mirar sus pechos, parpadeando un poco. Quizás era el sujetador, pero el tomate se había quedado esparcido en el espacio entre sus pechos.

—No importa, tengo... Tengo que quitarme esto. —Dijo sacando las piernas por la cama hasta tocar el suelo, incorporándose rápidamente. Al tener las manos ardiendo, estaban temblorosas, y no atinaban a desabrochar el primer botón.

—Déjame a mí. —Dije levantándome de la cama, poniéndome delante de Camila. Ella se dio por vencida y bajó los brazos, dejándome a mí.

Comencé a desabrochar uno por uno los botones de aquella camisa, mirando sus pechos cubiertos con tomate que se descubrían a medida que los botones eran desabrochados, dejando la camisa a medio abrir, mostrando parte de su abdomen, su sujetador, casi expuesta delante de mí. En aquél momento me di cuenta de las ganas que tenía de poder probar aquello, de tener un tipo de relación más íntima, de...

—¿Lauren? —Escuché su voz, y rápidamente me sacó de mis pensamientos en los que estaba sumergida.

—¿Sí? —Carraspeé después de hablar, soltando las manos de su camisa.

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