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Lauren's POV

Nunca me había preocupado cómo me vestía pero aquello estaba llegando a un punto extremo. Miré el cajón de mi ropa y apenas tenía, no había nada. Algunas camisetas, una de ellas rota por mi padre, y las otras simplemente eran anchas, negras o blancas despojadas y ajadas de tanto usarla. Sólo tenía dos jeans, uno negro y otro claro rasgado por las rodillas, pero de tanto usarlo se había roto casi por completo. Siempre llevaba unas botas negras que tenían la suela despegada del zapato. Era horrible. ¿Qué iba a ponerme? Básicamente no podía salir a la calle.

Bajé las escaleras en dirección a la cocina, donde mi madre estaba preparando la cena para aquella noche. Olía a brócoli, como siempre que estaba yo. Cuando me iba, de repente, se les ocurría la excelente idea de hacer pasta, comprar pizza o cosas así.

—Mamá, necesito ropa nueva. —Dije quedándome detrás de ella, que echaba un puñado de sal a la olla en la que se cocía el brócoli.

—¿Ropa nueva? —Soltó una suave risa moliendo la pimienta sobre el agua hirviendo. —Tu hermano necesita un casco nuevo, y tu hermana se va de intercambio a Londres. ¿De verdad crees que podemos permitirnos ropa nueva? ¿Te crees que el dinero nos crece en los bolsillos? —Negó con un suspiro. —Pregúntale a Taylor a ver si puede dejarte algo.

Y subí, cansada de aquellas respuestas que hacían mella en mí. Aquellas respuestas que sin contexto parecía una tontería, pero que muy poco a poco y año tras año me fueron hundiendo.

—Taylor, ¿puedo pasar? —Mi hermana bufó dándose la vuelta en la silla y rodando los ojos.

—Qué quieres, Lauren. —Respondió de mala gana, sin mirarme a los ojos pues estaba demasiado ocupada con el móvil.

—Mamá dice que si me puedes prestar algo de ropa. —En ese momento despegó la mirada del móvil.

—Uf. —Refunfuñó levantándose y abrió el armario. Estaba repleto de camisetas, pantalones, abrigos, zapatos que la mayoría de las veces no se ponía. —Te puedo dejar esto, pero te quedará pequeño. —Me tiró una camiseta a los brazos dándose la vuelta. —Además, no sé si te pegará mucho porque como eres... —Se quedó en silencio mirándome un segundo. —Ya sabes, lesbiana.

—Ya me las apaño sola. —Solté la camiseta en la cama y cerré la puerta de su habitación, oprimiendo las ganas de darle un puñetazo a la madera.

*

—Mmh... Esto está buenísimo. —Miré el pollo con curry sobre la mesa, y cogí el tenedor mezclándolo con el arroz lentamente. A mi hermano parecía encantarle. —Pruébalo, Lauren.

—No tengo mucha hambre. —Respondí negando, soltando un suave suspiro hastiado. Mi padre se quedó mirándome, soltando el tenedor en el plato.

—Deberías hacer un poco de dieta y apuntarte a un gimnasio, ¿sabes? —Apreté la mandíbula agachando la cabeza al escucharle. —Deberías comer más sano. —Dando por hecho de que no comía, y que lo poco que comía lo preparaba mi madre, era una auténtica estupidez lo que estaba diciendo.

—No, gracias. —Decliné aquella 'oferta' volviendo a remover el curry.

—No es algo que puedas decidir. —Replicó él, siempre estaba igual. Siempre con lo mismo, estaba harta. ¿Qué cojones estaba diciendo? Tenía veinte años, era absolutamente responsable de mis decisiones y elecciones, y quizás si no fuese por él no estaría tan insegura de mi maldito cuerpo. Por él no me daría asco mirarme al espejo, ni tampoco tener miedo de acostarme con mi novia ciega. Ciega, que ni siquiera puede verme.

coldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora