Capítulo 3.

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Evité el alboroto que se formó en casa; al parecer, Isis, cogió algo de nuestros padres que escondían muy bien en alguna de las mesillas de noche y salió corriendo entre risas mientras que la seguían. Mi padre pasó por mi lado y tuve que pegar mi espalda contra la pared para no golpearme contra él y caer. La pequeña de la casa siguió entre carcajadas, y cuando la alcanzaron, le arrebataron lo que llevaba entre las manos y con las mejillas sonrojadas se lo escondieron detrás de la espalda para que yo no viera nada. No le di mucha importancia, así que seguí subiendo las escaleras con el fin de descansar un rato en la habitación después de un largo día de instituto.

En pocas horas, al menos lo que calculé, Leia llegaría con la intención de quedarse unos cuantos días en nuestro hogar. El problema era...que nuestra familia no era del todo normal, así que sus padres cogieron la primera y más arriesgada opción que podrían elegir. Pero como bien le dije en su momento, nos lo íbamos a pasar muy bien. Ya que varios de mis planes se habían ido a la...« ¿cómo decirlo de una forma normal y menos desesperada?» Lo mejor era dejarlo. Ya buscaría la diversión en otro momento y de otra forma muy distinta a la que iba a explorar dentro de mi propia habitación.

Con la puerta cerrada, acomodé los codos en el alféizar de la ventana y observé la casa que había delante. Meses atrás, un enorme furgón de mudanzas estuvo parado en la carretera exactamente tres días. ¡Vecinos nuevos! A mis diecisiete años seguía sin entender porque mis padres escogieron esa casita rodeada de gente algo... ¿vieja? Sí, no era nada divertido ver como un par de personas paseaban a sus perros y te paraban únicamente para tirarte del moflete de la cara. Pero los nuevos vecinos eran como nosotros; jóvenes, o ese aspecto tenía la pareja que entraba y salía de vez en cuando.

Una débil luz iluminó la habitación que quedaba delante de la mía. Un cuerpo de estatura normal se paseó de un lado a otro, mostrándome su figura en una sombra.

«Por favor, que sea una chica. »

- ¡Nick! -gritaron.

La habitación siguió iluminándose un poco más. Gracias a eso, vi un poster de un grupo de chicas que tocaban pop cutre comercial.

« ¡Sí, es una chica!»

- ¡Nick, Nick, Niiiiick! -Isis no dejaba de insistir.

La ignoré un poco más.

La silueta se estaba acercando a la ventana, por fin descubriría quién era mi nueva vecina.

- ¡Nicholas! -el puño de la pequeña impactó en mi espalda. La luz de la habitación de la casa de delante se apagó y todo ese misterio que se formó...se esfumó por la mocosa que tanto quería.

- ¿Qué? -pregunté entre dientes.

-Papá quiere hablar contigo.

Miré por encima del hombro.

Ahí ya no había nadie.

La cogí de la mano y salimos de mi habitación para reunirme con mi padre. Mamá no dejaba de gritarle: -Ethan, llegaremos tarde. Mientras que él no dejaba de mirar el teléfono móvil y las escaleras que estábamos bajando en ese mismo instante Isis y yo. Nos sentamos delante de él, y con las manos detrás del cuello esperé a que comenzara hablar. No había hecho nada malo (o al menos esa semana) así que esperaba que no hubiera castigo de por medio.

-En unos minutos vendrá Leia -asentí con la cabeza. Ginger me lo dejó muy claro; el dolor testicular seguía ahí. -Nosotros saldremos a cenar.

Atrapó la mano de su mujer y la besó delante de nosotros dos.

- ¿Podríais dejar eso para más tarde? No queremos imaginarnos cosas -Isis soltó una risita. Ella no entendía esas cosas, era demasiado pequeña.

¡Mi vecino es stripper!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora