Capítulo 6.

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Al llegar a casa esquivé a mi adorable hermanita Isis para encontrar a mi padre. Según lo que me había dicho mi madre al cruzármela por la puerta, él había llegado antes de hora del trabajo. «Perfecto» —Pensé. Mi padre era la única persona que me entendería y me ayudaría en aquellos líos que estaban por llegar. Salí por la puerta de la cocina que daba al patio trasero de la casa, y allí me lo encontré, arreglando una bicicleta rosa y adornándola con cinta rosa.

—¿Qué haces, papá?

Le tendí una cerveza.

Otra quedó en mi mano.

—Dame eso Nick —me pidió cuando se dio cuenta que le iba a dar un trago. Al dársela alcé una ceja. Muchas veces me había dejado beber cerveza con él. No entendía porque...¡Por supuesto! Mamá nos observaba desde la ventana de la cocina. —Cuando deje de mirarnos dejaré que te la bebas, ¿te parece bien?

—Me parece perfecto, papá.

De fondo se escuchó un grito.

—¡Ni se te ocurra, Ethan! O esta noche dormirás en el sofá.

Nos había escuchado.

Ambos empezamos a reír. Me había quedado sin darle un sorbo a esa cerveza que estaba tan fresquita. ¿Por qué mi madre tenía que estropear esos grandes momentos que pasaba con mi padre? Era con la única persona con la que podía hablar de chicas, coches y otras cosas de tíos sin que se enfadara. Así que me senté en el suelo y observé detalladamente como arreglaba la bicicleta de Isis.

—¿Qué ha vuelto a pasar? —pregunté.

—Tu madre volvió a ponerle la película de E.T —aguanté las ganas de soltar una carcajada. —Lo primero que se le pasó a tu hermana por la cabeza fue cogerla y salir en busca de algún alíen feo y verde que le haga volar. Por suerte no le ha pasado nada. Pero un coche pasó por encima de la bici.

¿Por eso tenía una tirita en el pelo?

Eso serían cosas de mi madre.

De repente me sentí observado. Intenté quitarle importancia, pero a quién quería engañar. Me gustaba demasiado saber que alguien estaba cerca de mí y me miraba de una forma ¿desesperada por conocerme un poco más?

—¡Nick! ¡Nicholas!

—¿Si, papá?

—¿Querías algo?

—Dinero.

—No —respondió rápidamente.

—Pero...

No me había dejado hablar todavía.

—¿Se lo has preguntado a tu madre?

Mi madre siempre decía que NO.

—Papá...

—Nick, queremos que seas más independiente.

—¿Pretendes que robe un banco o algo por estilo?

—O por ejemplo podrías buscarte un trabajo.

¿Trabajar?

¡Qué pereza!

Y todo eso para que Leia saliera con el capullo de Collins.

—¿A mi edad tú trabajaste? —sentía curiosidad.

—En realidad mi primer trabajo lo conseguí a los veintiuno. Conseguí pagarme parte de la universidad, el piso donde vivía y ayudaba a tu abuela en algunas deudas que teníamos.

¡Mi vecino es stripper!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora