Olvídalo, es hetero.

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Después de ese día no pude quitarme a Mario de la cabeza, aunque sabía que aquello no iba a funcionar porque Mario es hetero.

Eran las fiestas en aquel momento y llamé a Rocío para bajar con ella al recinto ferial. Daniela no iba a venir porque estaba en una boda.

- Tía, ¿bajamos juntos hoy?

- Raúl, adivina qué. Mario vive justo en el bloque de enfrente mío.

- ¡No jodas! Dios mío, voy enseguida.

Cogí mi tabaco, pasta para la bebida y me fui. Caminé todo lo rápido que pude.

-Hola, corazón, ¿dónde dices que vive Mario?

-Olvídalo, es hetero, baby.

- Ya lo sé, cariño, pero si no arriesgas no ganas.

Llamamos a su timbre, y casualmente, Jorge estaba allí.

- Hola, Raúl. Hola Preciosa.- Dijo con una sonrisa, y la besó.- ¿Subimos? Si tenemos que esperar hasta que baje este, nos tiramos aquí siete vidas enteras.

Así que subimos hasta el piso de Mario y entramos a su habitación. Todo estaba muy ordenado y muy limpio, ayyy cada vez me gusta más...

Tenía cara de dormido y el pelo alborotado, pero estaba guapísimo. Yo sabía que no tenía ninguna posibilidad con él, pero soñar es gratis, amigos.

Mario se vistió, se peinó un poco, y nos fuimos. Antes de llegar al recinto ferial, pasamos por el centro comercial a comprar la bebida. Mario quiso invitarnos, e insistió mucho, así que no pusimos pegas.

Cuando llegamos a la feria ya estaba oscureciendo. Saludamos a un montón de gente, bebimos, reimos y bailamos. Recibí un mensaje de Daniela. "Chicos, llego a los fuegos artificiales"  ¡Genial! Estuvimos un ratito más a nuestro rollo y después, Daniela llamó a Rocío para encontrarse con nosotros.

Se había cambiado de ropa, pero llevaba el mismo maquillaje y el mismo peinado que había llevado a la boda. Estaba muy guapa, como es ella. Morena, blanquita de piel, de labios carnosos y manos estilizadas. Preciosa.

Todos teníamos ya hábito de beber, así que aún teníamos uso de razón. La cabeza me iba a explotar, la música estaba muy alta, pero me lo estaba pasando muy bien.

Daniela me cogió en un momento y me sacó del corro con disimulo.

-Raúl, joder, cómo me duele decirte esto. Me encanta Mario, mierda.

- ¡A por él, tigresa! - contesté sin dudarlo.

- ¿De verdad? ¿No te importa?

-Claro que no, ¿eres tonta? ¡Todo tuyo!

Sonreímos y volvimos con nuestros amigos. Me alegré por Daniela, una pena que el amor homosexual no esté tan bien visto. Puta sociedad.



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