Capítulo cuarenta y cuatro

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Capítulo cuarenta y cuatro


Él había llegado con una actitud alegre que iba en contra de todo lo que a nuestro alrededor sucedía lo que solo me hacía ponerme peor. No deseaba permanecer en ese lugar mucho más tiempo. Antes de que alguien pudiera decir una palabra yo hablé.

-- Iré a dormir.

Al dar media vuelta en dirección a las escaleras escuché la voz de Andrew a mi espalda.

-- Estaré contigo en un minuto. Hay algo de lo que debemos hablar.

Pero yo no estaba dispuesta a escuchar.



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Lo que hacía podía ser calificado como algo estúpido y lo sabía perfectamente pero tenía la intención de hacer sufrir aunque sea por unos minutos a Andrew para que esto fuera justo.

No me sentía bien, lo único que en ese momento estaba pensando era en alejarme de todo por al menos unos minutos para poder estar sola y pensar tranquila, no necesitaba saber nada más. Estaba a punto de llegar a mi límite y debía calmarme.

La única manera que tendría de poder pasar unos minutos sola sería escapando aunque con la intensión de que en algún momento me encontrara lo que era seguro debido a la marca que llevaba en mi cuello. Si hace una semana yo hubiera sabido que las cosas terminarían de esta manera, conmigo en esta situación, yo nunca hubiera consentido que él me hubiera mordido.

Me había hecho una imagen diferente a Andrew a la que era en realidad y me había engañado a mí misma con eso. Cometí el error de pensar que él era como yo, que podía pensar de la misma manera que yo y que realmente confiaba en mi de la misma manera que yo confiaba en él en el pasado.

Inmediatamente al llegar a la habitación me dirigí a la ventana buscando una manera de bajar. En esos momentos, no había nadie a mi alrededor que me ayudara a tener un aterrizaje suave o algo similar. Solo me tenía a mí misma y muy poco tiempo. Me di cuenta que había un tubo de plástico junto a la ventana pero no tenía tanta fe en mi misma como para estar segura que no resbalaría y tendría una horrenda caída si intentaba aferrarme a eso en mi bajada.

Si intentaba bajar un poco sujeta a algo me demoraría mucho tiempo en preparar adecuadamente una sábana o un montón de cinturones . Por mucho que lo deseara, no me podía dar aquel lujo.

Así que, intentando pensar lo menos posibles me di cuenta que mi mejor opción sería el tubo a la derecha de la ventana que si bien podía llevarme a la libertad también a algunos huesos rotos. Hace tiempo que no había luchado o practicado mis habilidades por lo que no podía estar segura si seguían igual que antes, esperaba que sí.

Busqué entre los cajones una bufanda que había visto en algún momento y la até en mi muñeca derecha con fuerza. Sacando la mitad de mi cuerpo por la ventana, con mi corazón acelerándose y la adrenalina comenzando a correr por mi sangre me concentré completamente en lo que estaba haciendo. Con la bufanda di una vuelta en el tuvo y tomé el otro extraño con mi mano izquierda atándolo cuidadosamente en la muñeca.

Al saber que estaba atada al tubo podía estar segura que si me soltaba me sería más fácil caer con los pies primero por lo que no me rompería una costilla u otra cosa que podía poner en peligro mi vida además de tener más posibilidades de poder volver a sujetarlo y también al sentirme segura estaría menos nerviosa.

CCH: Casa para Compañeros Humanos #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora