Epílogo

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—Por última vez... ¿Dónde están mis sobrinos? —Preguntó entre dientes, conteniendo las ganas de gritarle y escupirle en el rostro con un odio más que puro. Sus manos impactaron contra la mesa fuertemente, la rabia corría por sus venas y las manos le picaban de querer partirle el rostro, no, de molérselo a golpes, a ese rubio que mantenía atado en la silla.

—Mmh... —Rió, burlón y con aires de soberbia antes de inclinarse hacia adelante, parte de sus cabellos caían por su frente, empapados en sudor y una de sus cejas se mantenía elevada, curioso de la sensación que causaba en ese hombre. —Tus sobrinos ya son historia. —Contestó tajante, no viendo venir el golpe que dio de lleno sobre su mejilla, obligándole a voltear el rostro y cerrar los ojos, había sido tan fuerte que pudo oír retumbar su mandíbula por toda la habitación.

—¡Bill Cipher! —Gritó furioso el hombre mayor, con ambas cejas fruncidas y las venas marcadas en cuello y sienes.

El rubio volvió a enderezarse, haciendo crujir su propio cuello antes de mover la mandíbula de un lado a otro y escupir un cúmulo de sangre que había quedado en su boca, justo a su lado izquierdo.

—Escúchame —Pidió el Cipher logrando hacer ver sus dientes, pintados ligeramente de un carmín muy débil debido a la sangre. —Si supiera donde está Pino te garantizo que estuviera reventándole un par de cosas...

—¿Está vivo?

—Sabrán los dios... —Apenas acabó de encogerse de hombros, el hombre le tomó por el cuello evitándole acabar la oración.

—¡Dime como un carajo! —Gritó cerca del rostro ajeno, zarandeándole con odio, con repulsión. Aquello se vio interrumpido gracias a la entrada de los agentes los cuales se encargaron de agarrar a Stanford, apartándole del ruso evitando que hiciera algo estúpido que empeorara la situación.

—Sólo diré Ford —Comenzó Bill con calma, sintiendo como dos hombres en ropajes blancos le tomaban de los brazos, apartándolo, siendo uno de ellos el encargado de sedarlo. —Que disfruté mucho a mi Pino, cada momento y cada segundo —Relamió sus labios con descaro y tras eso, le sacaron de la habitación, cerrando y dejando a el hombre en conjunto a los agentes.

—Lo lamento Pines, lo mejor sería cerrar el caso. —Mencionó uno de ellos, con ambas manos en sus bolsillos, frío, sin sentimientos.

—¿Cerrar el caso? —Cuestionó con tono irónico, sintiendo sus ojos arder. —Es una broma ¿Cierto? Mi sobrino... ¡Lo quiero de vuelta! —Gritó, tomándolo de los hombros y sacudiéndolo, por un instante antes de que los otros dos le apartaran.

—Ford llevamos más de año y medio sin pistas NO SE PUEDE —Insistió, elevando la voz en lo último.

¿Acaso tanto había pasado? Tanto sin ver la sonrisa de Dipper, su radiante personalidad. Tanto extrañando a Mabel y sus locuras, tanto sintiéndose culpable, de ser tan ciego, descuidado, egoísta. Tanto deseando volarle los sesos a el ruso. —No es por alarmar las cosas Pine pero, es más probable que hallemos cuerpos que... Personas vivas.

—Dipper... Hijo —Susurró, agachando la mirada, dejando que por una vez más, el llanto inundara sus ojos.

Sólo Un MensajeWhere stories live. Discover now