Epílogo

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Cuatro años después...

—Te odiamos, Marc —dijeron Ana y Cristina al unísono mientras él acarreaba la maleta de Irene hacia el descansillo.

—Yo también os quiero, chicas —respondió él.

—Nos quitas a Irene, esto no te lo vamos a perdonar.

—Venga, no es para tanto... Viviremos a media hora en coche de aquí, podéis venir siempre que queráis... Además, esto ya lo hemos hablado —les dijo la pelirroja a sus amigas, quienes la miraban con una mezcla de ilusión, tristeza, envidia y cariño.

—Te queremos —dijeron antes de abrazarla.

—Y yo a vosotras.

Marc e Irene se subieron en el coche. Tardaron media hora clavada en llegar a Pozuelo, donde ambos habían alquilado un piso a medias en el que comenzar una vida juntos. Se trataba de una casa bastante amplia, con tres habitaciones muy luminosas y un salón espacioso, que habían amueblado según los gustos de ambos y tras varias discusiones de pareja en mitad del Ikea.

Entraron y Marc dejó la maleta de Irene en la habitación de ambos, al lado del armario.

—¿Pero cuánta ropa llevas aquí? Esto pesa una tonelada.

Irene echó a reír.

—No es ropa, cariño. Son libros.

Él miró la maleta con miedo y cuando iba a hacer un comentario, Irene salió corriendo en dirección al baño para vomitar.

Marc no tardó en ir a su lado para ayudarla.

—Ven, es mejor que te tumbes un rato...

—Espero que se me pase para poder ir a votar —dijo ella cuando estuvo cómodamente apoyada en el sofá.

Marc sonrió y se sentó al lado de la pelirroja, después puso su mano sobre el vientre de Irene y lo acarició despacio.

—¿Y si es niño? ¿No pretenderás llamarlo Adolfo... como Suárez? —preguntó ella.

El político, que acababa de cumplir los cuarenta y se presentaba nuevamente como candidato a la presidencia del gobierno, esbozó una sonrisa traviesa.

—Quizá... Pero si es niña se llamará Irene, como tú.

—Te quiero, Marc —dijo ella conmovida.

—Y yo a ti, princesa... Y yo a ti —dijo.

Aquella tarde fueron juntos al colegio electoral. Varios periodistas inmortalizaron el momento en el que Marc depositó su voto mientras en otra sala, una hematóloga embarazada de dos meses introducía un sobre en cuyo interior figuraba una lista que encabezaba el futuro padre de su hijo.

Y que conste que, Irene, a pesar de todo, se había leído todos los programas electorales antes de votar.

Mayoría absoluta/ Cristina González 2016/ También disponible en Amazon.Where stories live. Discover now