Capítulo 23~ Cliché

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Llevaba tres días enteros dibujando. Había encontrado algo con lo que mantenerme aislado de todo lo que sucedía dentro y fuera de mi cabeza.

La mayor parte de lo que dibujaba eran bocetos feísimos que terminaban en la basura, pero poco a poco sacaba cosas en limpio que valían la pena conservar.

Tenía solo a cuatro personajes pero por el momento con eso me bastaba.

Ese día dibujé más que nunca porque esa misma tarde había quedado con Frank.

Mi cabeza no paraba de decirme que me buscase una excusa y no fuese, que no era el momento. Que no estaba preparado. Que tenía que pedirle un poco más de tiempo.

Pero una voz muy muy débil me pedía que no, que hablase con él. Que me sincerase y que pasase lo que tuviese que pasar.

Era algo así como el demonio y el ángel en los hombros de un personaje de animación:

"-Ve Gerard- Me decía la voz dulce del ángel- Frank se merece una explicación.

-Bah, que se pudra en el infierno- Le respondía el demonio... Valga la redundancia- Es ya muy tarde para que venga a pedir disculpas"

Ya cuando me di cuenta de que me estaba imaginando una conversación entre dos seres inexistentes me forcé a mí mismo a parar.

Y bueno, solo he de añadir que menos mal que le hice caso al ángel, aunque fuese el que menos voz tenía. Ya se sabe: Ninguna causa está perdida mientras quede al menos un insensato luchando por ella. Aunque la causa sea algo tan banal como quedar con un ex.

Muy a mi pesar, esa conversación con Frank tenía que llevarse a cabo en algún momento. Y es que era verdad que me estaba comportando muy seco con él. Lo reconozco, fui un poco idiota.

Pero qué iba a hacer si todavía no me había dado tiempo a asumir lo que teníamos y en un abrir y cerrar de ojos se había terminado. Las cosas sucedían a tal velocidad que yo no era capaz de interiorizar todo lo que traían a mi vida.

De pensarlo me ponía nervioso, pero después me acordaba de las conversaciones que había tenido al respecto con el grupito y me ponía todavía más nervioso. Y el cacao mental que llevaba era bastante importante.

NO sabía qué iba a pasar, así que NO sabía qué iba a hacer.

Sabía de sobra que tenía que esperar a que todo sucediese para poder pensar siquiera en ello.

Mi pierna empezó a moverse de forma inquieta y tuve que poner la mano sobre ella para que dejase de temblar.

Suspiré.

Lancé el rotulador con fuerza sobre la mesa y me levanté enfadado.

Tic tac. Cada segundo que pasaba era un segundo menos que me quedaba para enfrentarme a mi destino.

Encima al día siguiente era el día de la playa. Si algo salía mal y había lío entre nosotros sería la segunda vez que pondríamos en peligro la integridad de nuestro grupo de amigos.

¿Y si se cabreaba conmigo? ¿Y si me cabreaba yo con él? ¿Y si la conversación nos ponía en una posición tan incómoda que el momento colapsaba en sí mismo y el mundo explosionaba?

Y yo no me imaginaba un fin del mundo así a la ligera.

Me lancé contra la cama y empecé a gritar con la cara hundida en el colchón.

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