Capítulo 3

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Cora era una poderosa bruja que poseía una magia muy poderosa. Pero toda magia tenía su precio, y el precio de la suya era volverse cada día más vieja y fea. Estaba mirando el cielo, cuando de repente pudo observar algo que la hizo feliz. Una estrella fugaz cayó a la Tierra. Eso eran las mejores noticias que había recibido en años. Entró a su castillo en búsqueda de sus dos hijas: Regina y Zelana.

- ¡Despierten! ¡Vamos, arriba! – Exclamó despertando a sus hijas, que se habían quedado dormidas en un sillón frente al fuego.

- ¿Qué pasa? – Preguntó Regina abriendo los ojos algo molesta.

- ¿Qué es tan urgente para que nos despiertes? – Preguntó Zelena irritada.

- Una Estrella ha caído a la Tierra. – Respondió Cora entusiasmada.

Regina y Zelena se levantaron encantadas al escuchar la noticia, festejaron intercambiando varias risas y se abrazaron. Luego siguieron a su madre hacia la sala de pociones. Cora abrió uno de los armarios

- ¿Dónde está la vela de Babilonia? – Preguntó Cora. Las velas de Babilonia permitían que uno pueda trasladarse mágicamente al lugar que deseará al encenderlas.

- Usaste la última hace doscientos años. – Contestó Zelena.

- Quizás podamos conseguir otra. – Sugirió Regina.

- ¿Tu mente se volvió tan decrepita como tu cara? – Preguntó Cora enojada. - ¡Hablas como si hubiera muchas disponibles! – Explotó.

- Lo sé, pero... - Comenzó a decir Regina.

- Podemos dividirnos, unas buscar una vela y otra a la Estrella. No hay tiempo que perder, incluso si necesitamos ir a pie lo haremos. – Dijo Cora decidida.

Sacrificaron un chancho que tenían enjaulado y le volcaron una tinta mágica para conseguir información sobre donde había caído la Estrella. Con la tinta se dibujo un mapa en el chancho donde quedaba señalado el paradero de la Estrella.

- Según está información la Estrella cayó en el Valle de las Estrellas, a ciento sesenta kilómetros de aquí. – Dijo Zelena leyendo el mapa.

- Llevamos más de un siglo esperando esto, ¿Qué importa esperar unos días más? – Comentó Regina intentando levantar los ánimos.

- ¿Quién de nosotras irá a buscarla y traerla? – Preguntó Zelena.

Para decidir quien iría por la estrella las tres brujas cerraron los ojos y sacaron una parte del cuerpo del chancho, la que sacaría la parte más valiosa iría por la estrella. Cora hizo trampa y abrió los ojos para comprobar que sea ella quien saque la parte más importante.

- Yo tengo su riñón. – Dijo Zelena.

- Yo su higado. – Dijo Regina.

-Y yo su corazón. – Dijo Cora con una sonrisa.

- Necesitaras lo que queda de la última Estrella. – Dijo Regina yendo a buscar un cofre que tenían guardado en un armario.

- No queda mucho. – Dijo Regina una vez que abrieron el cofre.

- Pronto habrá suficiente para todas. – Aseguró Zelena.

Cora agarró el último rayo de luz que quedaba de la Estrella y se lo tragó. La luz de la estrella entró en ella y con su magia la hizo volver a ser reluciente, hermosa y joven. Su pelo volvió a ser castaño perdiendo las canas, y su piel quedo ausente de manchas y arrugas.

- Cuando regrese con nuestro botín, todas volveremos a ser hermosas y poderosas. – Dijo Cora mirándose al espejo con una gran sonrisa.

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