Capitulo 93

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Bárbara: No me digas que después de todo lo que ha pasado aún sientes algo por fernanda?

Eduardo: no pasa nada, nos encontramos a la entrada y por eso entramos al mismo tiempo a Lactos, eso es todo.

Bárbara:  no te creo, te conozco muy bien y se perfectamente cuando me mientes, mejor vámonos no quiero llegar tarde.

Durante el camino Bárbara estaba muy seria, Eduardo sabia que había cometido un error al ocultare que había ido a la hacienda de los Elizalde y había traído a Fernanda con él, pero temía que si sabia lo que en verdad pasó ella se molestaría más.

Bárbara estaba Realmente hermosa, al llegar al club llamó la atención de todos los hombres que hasta al momento estaban en el lugar, llevaba un vestido negro largo, con tiras a ambos lados, ajustado perfectamente a su figura, llevaba el cabello suelto, casi ondulado, no llevaba mucha joyería, más bien solo uno de sus anillos favoritos, una pulsera realmente hermosa y sus aretes.

Llegaron al salón donde se ofrecería la cena, los Elizalde ya estaban presentes, Fernanda quiso sembrar cizaña.

Fernanda: Eduardo? Has visto mi celular? creo que se quedo en tu auto esta tarde cuando estuvimos juntos.

Bárbara respiro profundo y trato de disimular sus celos, se alejó de todos y fue a buscar un poco de wiskey, Eduardo la siguió.

Eduardo: no creo que se buena idea que bebas, recuerda que estas amamantando a nuestros hijos.

Bárbara: dime algo que no sepa, y no te preocupes que no me pienso emborrachar, solo quise un trago y mejor ve donde Fernanda dale su celular o acompáñala el resto de la noche.

Eduardo: que insinúas?

Bárbara: que termines lo que seguramente empezaste esta tarde con ella y por mi no te preocupes esta noche no me faltará compañía.

Eduardo: no te atrevas Bárbara!! * la jalo del brazo*

Bárbara: suéltame.

Bárbara se alejó de Eduardo y se acercó a los ingenieros que no le quitaban la mirada desde que había llegado, estaba celosa y quería pagarle a Eduardo con la misma moneda, durante un buen rato se la paso platicando con todos los que se le acercaban, Eduardo estaba muy enojado, su mujer parecía disfrutar llamar la atención.

Fernanda: pasa algo?

Eduardo: no nada.

Fernanda: ustedes llegaron juntos, no entiendo como permites que tu esposa esté rodeada de tantos hombres.

Eduardo:  esta hermosa y es normal que todos quieran tenerla cerca, y te aclaro que sé perfectamente que lo del celular lo hiciste a propósito, bien sabes que no lo dejaste en mi auto.

Fernanda: Eduardo, espera.

Bárbara se hizo en otra mesa lejos de Eduardo, era obvio que no quería tenerlo cerca, a Gonzalo y Anibal no les pareció extraño, pues ignoraban la relación que realmente los unía, Fernanda tenia una sonrisa en su cara al verlos disgustados, Liliana y Santiago lo sabían pero prefirieron no decirle nada al respecto.

La velada se acompañó de un poco de música acústica, poco a poco las parejas iban saliendo a la pista de baile, Eduardo estaba dispuesto a arreglar las cosas con Bárbara, así que se aventuró a sacarla a bailar.

Cuando ya estaban ambos en la pista...

Bárbara: que pretendes sacándome a bailar?

Eduardo: solo quiero bailar con la mujer más hermosa esta noche.

Bárbara: y tu crees que con eso se me van a olvidar que me mentiste? No Eduardo, sabes muy bien que no lo tolero.

Eduardo: no quiero que discutamos.

Bárbara: entonces deja de mentir.

Eduardo: está bien,  fui a buscar a Santiago a la hacienda, a mi regreso me encontré con Fernanda, me dijo que su auto estaba fallando, me pidió un aventón, es todo, te juro que no pasó nada entre nosotros.

Bárbara: no sé si creerte.

Eduardo: y si te beso aquí mismo?

Bárbara: te atreverías?

Eduardo: si con eso te demuestro que para mi no hay más mujer que tú, entonces lo haré.

Bárbara: bien, adelante.

Todos continuaban bailando al son de la música, Eduardo se acercó a Bárbara y la besó, muchos los vieron, Bárbara sonrió maliciosamente y le dió una cachetada.

Eduardo: por que lo hiciste?

Bárbara: para que veas que conmigo no se juega.

Anibal: vieron eso?

Gonzalo: no lo puedo creer, Eduardo besó a Bárbara.

Santiago: y ella le dio una cachetada, como si no superamos,...

AnibaL: no supiéramos que?

Liliana: nada, no le hagas caso.

Fernanda: que se traen esos dos?

Bárbara: creo que mejor me voy de aquí, todos nos están viendo.

Eduardo: si tu te vas, yo me voy contigo.

Bárbara salió a prisa y Eduardo la siguió.

Fernanda iba a salir tras ellos pero Santiago la detuvo.

Subieron al auto que estaba en el estacionamiento del club

Bárbara tomo las llaves, Eduardo se las quito.

Eduardo: tu de aquí no te vas sin mi.

Bárbara: no quiero tenerte cerca.

Eduardo se acercó y tomo por la fuerza a Bárbara, la beso, ella parecía oponer resistencia pero se dejó llevar por la pasión que se encendía en aquel momento, por un momento ella le quito las llaves y abrió la parte trasera del auto, se siguieron besando,  lo empujó hacia adentro, estaba sobre él, trato rápidamente de bajar la cremallera de su vestido.

Eduardo se levanto un poco y mientras besaba su cuello le bajo la cremallera, ella se bajó las tiras del vestido, quedando tan solo son su ropa interior.

Le quito la chaqueta a Eduardo, lo tumbo nuevamente y empezó a desabotonar uno a uno cada botón de su camisa, acarició sobre el pantalón su enorme miembro, le quitó la camisa, beso su  pecho de abajo hacia arriba, llego a su boca y nuevamente bajo para quitarle la correa y bajarle el pantalón, las respiraciones de ambos estaban aceleradas.

Los besos eran apasionados, desesperados, parecían que hace años no se habían rosado, durante su juego de besos, Eduardo quito el broche del brasier descubriendo una vez más los pechos de Bárbara, su debilidad no solo era acariciarlos, sino también succionarlos, hasta que se pusieran erectos.

Ahora era Bárbara quien estaba Bajo Eduardo, mientras se besaban y acariciaban lograron quitarse lo poco que llevaban puesto, ya están completamente desnudos.

Bárbara tomo el miembro de Eduardo , se encargó del resto del trabajo, él ya estaba muy adentro de ella, abrió un poco más sus piernas para permitirle a él hacer movimientos más adentro, con ellas lo rodeo sobre sus caderas, ambos lograron acomodarse para poder moverse cuanto querían, Eduardo se sentó y sobre él sentó a Bárbara, beso su cuello una vez más, sus senos, sus labios, ella su pecho, su espalda y sus labios.

Ahora fue ella quien se acomodó sentándose sobre su erecto miembro, mientras el la abrazaba por detrás, para que más derroche de amor que el que se estaban dando en un lugar publico, no había gente porque todos estaban en el salón,  Bárbara y Eduardo se estaban amando, cada vez que hacían el amor, era especial y único no solo por el lugar sino también por la entrega total del uno al otro.

Los vidrios estaban empañados, ambos sudaban, el movimiento dentro del auto activó la alarma del mismo alertando a uno de los vigilantes que estaba haciendo su ronda en el estacionamiento, desde afuera no se veía nada porque los vidrios estaba completamente polarizados.

MAÑANA ES PARA SIEMPRE II, El regreso de Bárbara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora