Ataque mortal

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Capítulo 3 

-¿Astrid a dónde vas? –Me pregunto mi madre desde la cocina.

-A jugar. –Conteste con simpleza.

-Últimamente vas muy seguido a jugar. –Dijo dándose la vuelta.

-Pues...si... -Dije. –Empiezo a llevarme bien con los chicos.

-Eso veo. –Me dijo con una sonrisa.

-Si... bien, adiós. –Dije tratando de irme rápido de la casa.

-Alto ahí jovencita. –Me detuvo mi madre nuevamente. ¿Ahora qué?; pensé. –Ayer busque tu ropa para lavarla. –Dijo de brazos cruzados. –Pero no la encontré.

-Aaaa...si, yo la lavé. –Dije con una leve he inocente sonrisa. –Y la que ya no utilizaba la...intercambie por...golosinas. –Dije lo último en un susurro.

-¿Golosinas? –Pregunto arqueando una ceja.

-¿Siii....? –En lugar de sonar como afirmación, pareció una pregunta indecisa. –Ya me voy. –Dije tratando de librarme de las preguntas de mi madre.

-Astrid. –Me detuvo seriamente. -¿Qué hay de tus juguetes?

-Los... intercambie. –Musite. –Por más golosinas.

-¿¡Cuantas golosinas comiste ayer!? –Pregunto con el ceño fruncido.

-Muchas... -Mentí cabizbaja. –Pero no volverá a pasar. –Dije manteniendo mi mirada fija en el suelo.

-Estoy segura que no volverá a pasar, porque estarás castigada sin golosinas por una semana. –Dijo con severidad. -¡Nada de dulces hasta tu cumpleaños!

-Si mamá... -Musite rendida. Podría aguantar, estaba segura.

***

-¡Por favor, por favor, por favor! –Pedía a Patapez que comía una gran rebanada de pastel en medio de la plaza.

-No Astrid, estoy enterado que te castigaron sin nada de dulces. –Dijo seriamente.

-¡¿Qué?! –Exclame impresionada como mi castigo se había esparcido como pólvora.

-Lo lamento. –Dijo dándole una gran mordida a su pedazo de pastel.

-¡No esperes que te disculpe! ¡Es tu culpa por venir con semejante pedazo de torta y comerlo en mi cara!

-Si quieres me voy y me lo como a escondidas. –Dijo dándole otra gran mordida. –Parece que Patán y los demás no vendrán. –Dijo bajando de la fuente donde estaba sentado. –Me iré a mi casa.

-¡Bien! –Exclame. -¡De todos modos no quería jugar con personas que no me convidan de sus dulces!

-Ayer comiste mucha azúcar.

-Suenas como mi madre. –Dije rechinando los dientes.

-Bien. Hablamos mañana. –Se despidió terminando su pedazo de torta. –Envíale saludos a tu mamá.

-Saludos...saludos... no le diré nada... eso le pasa por glotón. –Decía entre dientes a medida que me retiraba del lugar pateando una piedrecita.

Estaba por irme al bosque a entrenar, pero no llegué muy lejos cuando el sonido del cuerno nos avisó de la llegada o avistamiento de algo en el mar. Podría tratarse de mi padre y los otros vikingos, por lo que corrí rápidamente hacia el puerto para ver de qué se trataba. Efectivamente se trataba de mi padre, y un par de botes...o lo que quedaba de ellos. La mayoría estaban chamuscados, con las velas en pedazos y casi destrozados. Solo dos botes se salvaron, y eso lo digo porque tenían un poco más de madera que los demás. Espere a que llegaran al puerto para darle la bienvenida a mi padre, pero al ir me perdí entre la multitud de vikingos que querían saber el resultado del viaje de tan solo 2 días.

La Maldición del Furia Nocturna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora