Capitulo 23: "Tu sangre."

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Era una habitación, color rosa, en las paredes habían dibujado castillos de princesas y hadas. Una cama grande llena de peluches de unicornios, pandas, y muñecas. Oía risas, de una niña.

¿Dónde estoy?

Habían cosas muy borrosas para mi. Seguía oyendo las risas. Busqué de donde venían.

Una niña de unos cinco años vestida como cenicienta, estaba sentada en un pequeña mesa junto a sus muñecas y frente a ella había un chico, de él solo podía ver su espalda, llevaba una corona de rey. La niña le servía té en unos pequeños vasos de porcelana. - ¿Cuantas de azúcar mi rey? - imitaba un acento ingles.
- Dos. - al parecer al chico le costaba imitar el acento y eso hacia reír a la niña.

La voz del chico me sonaba extraña, casi no la entendía.

- Cuanto disfruto tu compañía. - la niña si se metía en el papel.
- Jamás te dejaría sola, mi reina.
- ¿Siempre cuidarás de mi, mi rey?
- Siempre. - dijo él.

Me desperté de golpe. Escuchaba una voz lejana. - ¡Señorita Millar! - me llamaba la teacher Brenda.
- Perdón, creo que me e quedado dormida.
- Raechel, no estabas dormida.

¿QUÉ? ¿COMO?

Annie que estaba sentada en la primera fila me miró ceñuda.
Leí sus labios, me preguntaba si estaba bien.

Asentí.
- Señorita Thompson, no se distraiga.
- hizo que Annie casi saltara de su asiento.

La teacher sabía que me miraba a mí. Y recuerden que me había "prohibido" estar con los Thompson, pues se lo había tomado muy a pecho.
Los sentaba super lejos de mi, y no dejaba que ni nos miráramos.
¿Qué le pasa?

- ¿Por qué su hermano no vino hoy?
- le preguntó.
- Está enfermo. - dijo Annie tranquila. Aunque podía escuchar su sangre hervir. Y su corazón latir rápido.

- Siempre dice eso para no venir a mis clases. Dile que invente una escusa mejor.

Ya han pasado seis días sin ver a Kyle, sin saber si está bien.

De nuevo estaba perdida en mis pensamientos. - Raechel pase a la pizarra.

Me puse de pie torpemente y caminé hacia el frente.

La pizarra se movía de aquí a allá, la teacher caminaba lentamente hacia mi y me hablaba pero no le escuchaba. Había un horrible sonido en mis oídos y mi cabeza me dolía.

Sufrir, era una palabra que rondaba por mi cabeza.

Mis pies seguían avanzando y no tenía control sobre ellos.

- Nadie la toque. - la voz de Brenda retumbaba en mi cabeza.
- No ve que se siente mal, en cualquier momento se desplomará.
- pude sentir que Annie, trataba de venir a ayudarme, pero no la dejaban.

Mis pies fallaron y caí.

Hola duro y frío suelo, soy yo Rae, últimamente te abrazo seguido.

- ¿Me escuchas? - escuchaba una voz, pero muy lejos.
Mis ojos no se querían abrir, había una luz directa hacia ellos. Lentamente los abrí.

Me dolía la espalda, estaba tumbada sobre algo duro.
- Chica estas en la enfermería, te golpeaste la cabeza. ¿Me escuchas bien?

Asentí a como pude. Me senté en la dura camilla.

- Tienes permiso del director para irte a casa.
Sólo bajé de la camilla, tomé mi bolso, que estaba en una silla y salí.

En el pasillo todo era borroso.

La Rosa Negra © #CA2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora