Epílogo

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[WILL]

-Hogar, dulce hogar. -Dice Scott con desgana a la vez que resopla.

Cuando salimos del aeropuerto todo viene a mi mente de golpe. Mi vida aquí, los últimos meses en Aspen, mis estudios abandonados temporalmente... Pero sobre todo Beth. Cuando pongo por fin los pies en la ciudad de San Francisco, California, sé que ha sido una mala idea irme así de imprevisto. Sólo espero que cuando lea la nota que le entregué a Charles lo entienda todo. Se la di antes de marcharnos mientras estaba en la cocina con David y me dio su palabra de que en cuanto la viese se la entregaría, así que ya la habrá leído. Durante el viaje he intentado no pensar mucho en ello, pero ahora que estoy de nuevo en mi ciudad tengo la necesidad de que me llame o me diga algo, aunque sólo sea un mensaje.

Caminamos en silencio entre la gente que corre al aeropuerto y la que sale con tranquilidad. El aire nos golpea de repente con su característico olor a mar y, después de las cuatro horas que dura el vuelo, el cielo ha comenzado a oscurecerse. El sonido de las ruedas de la maleta de Scott me empieza a levantar dolor de cabeza, hasta que para en seco y me mira.

-Ahí está. -Susurra a la vez que señala con la cabeza a la persona que nos da la espalda frente a un BMW x6 negro mal aparcado en la entrada.

Aprieto la mandíbula cuando veo a mi tío Stev discutir desde fuera del coche con un grupo de taxistas que hay alrededor. No sé si fue buena idea llamarle, pero Scott no quiso avisar a su familia y él es el único que podía venir a buscarnos. Es la única familia que me queda desde que mi madre falleció hace cinco años, así que no debería quejarme por mucho que quiera hacerlo.

Llegamos hasta él justo cuando se gira para ignorar a los taxistas. Su pelo oscuro ha crecido desde que nos fuimos a Aspen y tiene otra cicatriz nueva en la cara, cerca del ojo derecho. Ni siquiera se me pasa por la cabeza preguntarle qué le ha pasado porque me dirá lo mismo de siempre. "Una cicatriz nueva es una experiencia vivida que me dejan como recuerdo." Como si se sintiese orgulloso de tenerlas.

-¡Joder, qué caras! -Grita con su voz ronca de fumador cuando nos ve. -Venga, subid al coche que no tengo todo el jodido día para vosotros.

Scott y yo metemos las maletas en el maletero y me monto en el asiento del copiloto. El olor es familiar y asqueroso, como si miles de fumetas hubiesen montado una fiesta aquí hace unas horas. Idea que no descarto.
El camino hasta casa solamente dura veinte minutos hasta que llegamos al lado del Parque Golden Gate. Stev aparca de malas maneras cerca de un todoterreno rojo y salimos del coche.

Por aquí parece que todo sigue igual que siempre. La avenida 47, donde vivimos todos juntos desde pequeños, está casi vacía a estas horas, pero lo prefiero así. Mi casa está entre la casa de David y la de Scott, así que cuando nos acercamos a casa él se despide de nosotros y se va hacia la suya.

Cuando Stev abre la puerta de nuestra casa me invade el mismo olor nauseabundo del coche y tengo que apretar los puños y aguantarme para no pegarle una jodida paliza. Esto es lo único que me dejó mi madre como herencia y me da asco ver cómo su hermano lo echa todo a perder.

-¿Una birra? -Me ofrece con la cabeza dentro de la nevera. Saca un botellín y lo cojo al vuelo cuando me lo lanza. Esto es lo único que me calmará por ahora. -No pensé que llegarías hasta verano, por eso no me ha dado tiempo a recoger la casa. Si al menos me hubieses avisado con un día de antelación...

Camino hacia el sofá marrón que tenemos desde hace años, donde dormía cuando era pequeño junto a mi madre en las noches de pesadillas, y me hundo en él. No quiero hablar con mi tío, así que espero que pille la indirecta.

-¿Quieres fumar algo? -Me grita desde la cocina a la vez que suelta una risa ronca.

Ignoro su oferta porque ese tiempo ya pasó y no quiero que vuelva a meterme en su mundo de mierda con gente de mierda. Saco el móvil del bolsillo derecho del pantalón y compruebo si tengo algún mensaje o llamada perdida. Todo sigue igual, así que decido mandar un mensaje a Charles. Cuando comienzo a escribirle llega Stev al salón y se coloca frente a mí, haciendo que levante la vista hasta su magullada cara.

Deseo IncontrolableWhere stories live. Discover now