Capítulo 38. John.

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Todo fue tan raro y corrió muy rápido que apenas concebí que nada era real.

Había visto a Paul atrapado entre las llamas de lo que parecía el mismo infierno. Era él. Yo sabía que era él. Fue su cuerpo el que vi y su propia voz la que escuché. Paul..., ¿acaso era una señal? ¿Por qué imploraba ayuda? ¿Se estaría quemando en el infierno? ¿Era por mi culpa? ¿Por qué su recuerdo parecía dañarme más que nada? ¿Y por qué el dolor llegó a mi pecho tal como aquel fatídico día?

Con ayuda de Yoko me levanté del suelo. ¿Cuánto tiempo habré estado tirado ahí sin tener una razón lógica?

No debía pensar en Paul y en lo ocurrido porque todo eso me ponía mal. Joder, cuando ya todo parecía llevar un orden en mi vida de nuevo regresaba su fantasma, diciéndome de alguna manera que no estaba bien. Nunca estaría bien. Y todo por mi causa.

Estaba hablando con Yoko, molesto tras leer las críticas de los periodistas que había sido partícipes de la exposición de arte que habíamos dado. Todos decían que lo mismo: que estábamos locos, que queríamos llamar la atención, que nuestro arte era una basura.

Intenté volver en ese tema cuando alguien me dio un ligero golpe en el hombro.

—¿Qué te ocurrió, John? —lanzó Yoko en pregunta —. ¿Qué fue todo ese desvanecimiento? ¿Por qué...?

—No hay nada de qué preocuparse en realidad —mentí.

Pero Yoko no me creyó. Se cruzó de brazos y me miró ceñuda. Me mordí el labio inferior.

—Te estoy diciendo la verdad, mujer. No hay nada de qué preocuparse. Ya sabes cómo soy, de repente se me da por volverme el loco para molestar a los demás. ¿Eh?

—Pues sí fue eso —articuló —, ha sido una broma de muy mal gusto, John. Me diste un susto que casi puedo perder... —cayó discretamente.

Enarqué una ceja mientras me acomodaba los lentes. Yoko tomó un semblante intranquilo y soltó un suspiro.

—¿Perder qué? —le cuestioné —. ¿Yoko?

Pero ella me dio la espalda, llevándose las manos hacia adelante. Caminé hasta donde ella para mirarla de frente. Yoko mantenía las manos en su regazo, muy cerca del vientre; una sonrisa se dibujó en su rostro en tan solo un instante. ¿Ahora quién era el loco?, ¿ella o yo?

—¿Mujer?

—John —musitó lentamente —. Te odio demasiado por esto pero...

—¿Pero qué? —me acerqué más, tomándole la barbilla para que me mirase también —. Por cierto, yo te odio muchísimo más por ser una bruja malvada...

Ella sonrió a medias.

—No quería o planeaba que esto fuera así, créeme que había planificado todo de otra manera...

—¡Deja de darle vueltas al asunto y solo di lo que tienes que decir! Caray.

—Estoy embarazada, John. Vamos a ser padres —dijo ella con una luz que irradiaba su rostro —. Ahora sí, lo presiento, todo saldrá bien.

Me quedé helado ante su noticia. ¿Padre? Yo padre..., ¡oh, por todos los cielos! ¡Un hijo! ¡Un hijo nacido del mismo amor! ¡Un hijo para calmar las aguas y desaparecer a los fantasmas!

—Yoko, Yoko... ¡Yoko! —la abracé con fuerza, elevándola centímetros del suelo —. ¡Es la noticia más feliz que me han dado en meses! ¡Un niño! Un mini John o una mini Yoko. ¡Oh, cielos! ¡Me haces el hombre más feliz del mundo!

—John, John, me alegra que te pongas feliz.

—¿Y cómo no habría de estarlo? —tercié —. ¡Un bebé! ¡Un bebé! Ahora sí que se vayan al diablo todos esos periodistas que criticaron nuestro arte, que se jodan todos aquellos que dicen que debo ocultar mi amor —la bese fugazmente —. Tú eres la mujer que quiero y punto. Ahora seremos muy felices con nuestro futuro hijo, Yoko. Te lo prometo.

Le di un abrazo y sellamos la escena con un beso largo y apasionado. No cabía duda que era ella y solamente ella la mujer que había estado esperando. La loca que supiera entender mis demonios y yo entender los suyos. No, para muchos no era la mujer más hermosa del mundo, incluso yo podía aceptarlo, pero era su belleza interior y la inteligencia que tenía al momento de hablar lo que más me gustaba. Ella no tenía miedo de nada. Era valiente, era poderosa, era una bruja.

—Sí, John —susurró Yoko —, te quiero mucho, mucho. Aunque tengo un poco de miedo por lo que pasará después; ya sabes, desde que salimos no soy bien vista..., ¿crees qué nuestro hijo también sufrirá las consecuencias y las burlas?...

Coloqué mi dedo índice sobre sus labios, impidiéndole continuar. Sí, con la llegada de Yoko habían pasado muchas cosas. Me divorcié de Cynthia, perdí la custodia de Julian, Mimi estaba un poco molesta por el escándalo que había causado mi divorcio y porque Cynthia me demandó por adulterio. La respuesta podía ser muy evidente, pero nada me importaba más en aquel instante que la simple noticia de ser padre otra vez. Algo inesperado pero bonito.

—Ya te dije que todos se irán a la mierda —bufé —. Así que no hay nada de qué preocuparse. Vamos a sacar a nuestro hijo adelante; lo llevaremos a todas partes. Se llevara bien con Kyoko y Jules. Ya verás.

[...]

Al finalizar decidí bajar al desván para continuar con la canción que había dejado a medias. En realidad no llevaba mucho; cuando la escribí tenía en la mente meter más pistas sobre la muerte de Paul.

Cogí la hoja y la guitarra, después saqué una pluma de tinta negra. Revisé la letra por más de una vez, pensado. Meter pistas podía resultar un poco peligroso, en especial en una canción. Ahora que sabía que Yoko y yo tendríamos un hijo debía preocuparme más por ellos que por mis ideas. Comprendí un poco el punto de Ringo antes de abandonar el grupo, pues en efecto, la familia era primero, y Maxwell no iba a dañar la seguridad de nadie mío, no, de eso me iba a asegurar yo.

No tuve más remedio que acabar la canción, pues ésta sería la última que contendría pistas sobre la muerte de Paul. O al menos, por el momento...

"Ya te hablé de los campos de fresas.
Ya sabes, el lugar donde nada es real.
Pues aquí tienes otro lugar al que puedes ir,
Donde todo fluye,
Mirando a través de los tulipanes inclinados.

Para ver cómo vive la otra mitad
Mirando a través de una cebolla de cristal.
Ya te hablé de la morsa y de mí, chico.

Ya sabes lo mucho que nos parecemos, chico.
Pues voy a darles otra pista a todos ustedes. La morsa era Paul.
De pie en la orilla férrea, yeah.
Lady Madonna intentando salir adelante, yeah.

Mirando a través de una cebolla de cristal.
Oh yeah oh yeah oh yeah.
Mirando a través de una cebolla de cristal.

Ya te hablé del loco de la colina
Pues que sepas, chico, que aún vive allí.
Y te voy a decir otro lugar donde puedes estar.
Escúchame
Llenando un agujero en el océano
Intentando hacer un canuto bien dificil, yeah.

Mirando a través de una cebolla de cristal..."

Capítulo algo corto. Espero les guste :).
-Areli💜

A day in the life (The Beatles)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt