El último inesperado

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El toque de la campana sonó fuertemente logrando sacarlo de su estupor. Miró a su alrededor desorientado. El ruido de sus compañeros desapreció cuando éstos mismos cruzaron la puerta. Se dejó caer sobre el respaldo de la silla, dando un suspiro. Comenzó a restregarse un ojo, cansado. Se había vuelto a dormir. Pero, afortunadamente, no le llamaron la atención esta vez. Y, al parecer, nadie lo notó siquiera.

Bajó la mirada algo lento. Para enfocarla y encontrarse con el dibujo que había estado haciendo. Ya era el último. Y solo le faltaban unos retoques. Sonrió, extrañamente orgulloso de sí. Alya le había prometido pagarle una cierta cantidad para cuando todos los dibujos estuviesen hechos, y él había prometido tenerlos al finalizar la semana. Y, por supuesto, ya era viernes. Aunque no le importaba ni un poco el dinero. La emoción que sintió al cambiar los temas que dibujaba le alegró de sobremanera. Y más cuando sintió al menos un aprecio de parte de la morocha. Extrañamente no le importaba haberse quedado dormido en más de tres ocasiones seguidas, eran solo pequeños periodos de tiempo, o avergonzado porque alguien viese por fin sus dibujos. Y la tranquilidad que le rodeó al iniciar el receso le alegro aún más. <<Ah~, tranquilidad>>. Sí eso era hasta que se azotó la puerta.

Nathaniel algo sorprendido vio como una muy molesta Chloé entraba directo al salón murmurando cosas que apenas lograba entender. Algo así como:

—Maldita Mariboba, primero me roba a Sabrina y ahora me pone en ridículo. ¡Cómo se atreve! Y es más, frente a Adrien.

Nathaniel no supo si reír de ella o no. Pero vamos, era Chloé. Ella se merecía cualquier cosa mala que le ocurriese y cuando Sabrina le dejó, ella quedó completamente expuesta. <<Aunque así estuviese de un humor  de perros>>. Como dicen no todo se puede tener en esta vida.

Nath se quedó en silencio. Mejor pasar desapercibido. Pero no pudo evitar seguir viendo qué ocurría. Ya que la puerta volvió a abrirse ahora encontrándose con Adrien con una mueca y el ceño fruncido.

—Chloé pero, ¿qué te pasa?

Chloé, que daba la espalda a Adrien, se volteó encarándolo.

— ¿Yo? ¿Disculpa? ¿Qué acaso no viste como me insultó? —exclamó la rubia alterada, y señalando a la nada intentando dar énfasis en sus palabras.

Adrien solo se limitó a mirarla con una cara de: '¿Me tomas por idiota?' El rubio se cruzó de brazos esperando una explicación. Pero la egocéntrica chica solo imitó su acción y volteó a otro lado indignada.

—Chloé, ve y discúlpate con Marinette. Tú eres quien le ha insultado. No al revés, como tú dices.

—Ah —medio chilló devuelta indignada—. Pero claro que me ofendió, insultó mi cabello. Insinuó que no soy rubia natural. Se burló de mi manera de hacer las cosas.

<<Aunque de eso no hay quien no se burle, rubia oxigenada >>, no pudo evitar pensar Nath. Adrien comenzó a dar signos de exasperación. ¿Por qué hacía eso? Se preguntarán. Simple y sencillamente porque Adrien seguía siendo su amigo. Y ahora parecía el único. Pero eso no impediría que él mismo actuase de manera correcta, así teniendo que bajarle sus humos a Chloé.

—Chloé —dijo acercándose a ella algo amenazante.

La chica se asustó un poco al ver su expresión seria pero entonces volvió a poner su cara de molestia y posición firme. Nath rodó los ojos.

Lo bueno de no llamar la atención es que recurrentemente llegas a observar escenas de las que nadie más se entera. Y es bastante entretenido en algunas ocasiones, como esa. Entonces, sin darse cuenta, sonrió suavemente. Estaba siendo entretenido ver a los dos rubios pelear.

Todo gracias a Alya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora