Capítulo 42 - Fuerte y profundamente

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ALLIE

Sonrío, guardando el teléfono móvil en la bolsa de mi pantalón, y me siento en la banca, observando todo a mi alrededor. Las hojas del alto árbol, que brinda la sombra bajo la cual me refugio, comienzan a bordearse de café, lentamente entregándose al otoño.

No puedo creer que voy a admitir esto, pero la verdad es que extrañaba este lugar.

Hace casi seis semanas que me operaron, la doctora dijo que era tiempo de continuar. Un pequeño rastro de molestias persiste, sin embargo me siento bastante recuperada y con energías para iniciar mis clases.

Llegué con Luke hace dos horas, fuimos directamente al apartamento que él ocupa mientras está en la ciudad y dejamos nuestras pertenencias. Tal como le ocurrió a Matt, perdí mi cupo en la residencia que solía vivir, así que al parecer voy a quedarme con mi tío este semestre.

Luke está ahora ocupado hablando con el rector, lo dejé allí después de hacer todo el trámite para mi reincorporación a la universidad.

Observo a la gente pasar por el sendero de hormigón y no puedo evitar sonreír. Estoy aquí finalmente. Westwood es enorme, hay miles de alumnos, y sé que no conozco ni siquiera al cinco por ciento de ellos, pero en este momento me siento feliz de ver a cada rostro desconocido que pasa.

Respiro, esperando la pequeña punzada de dolor en el pecho, pero ésta es tan tenue ahora que casi ni la siento.

Me muerdo los labios al sonreír cuando veo a Matt, con su uniforme de entrenamiento, corriendo en la dirección en la que me encuentro. Creo que soy un poco mala, no le avisé que vendría y solo le envié un mensaje hace un momento con la foto de la banca y el árbol más una pregunta: «¿Conoces este lugar?».

Me pongo de pie, sonriendo y notando cómo la emoción provoca el incremento de mi ritmo cardiaco. Esto es tan loco. Hace poco más de tres meses Matthew Adams era irrelevante en mi vida, pero el día de hoy la realidad es completamente distinta. Estuve conviviendo tanto tiempo con él en el verano que todos estos días que estuve sin verlo, lo extrañé. Lo extrañé muchísimo.

Matt avanza a toda prisa la distancia que nos separa, instintivamente yo me muevo hacia él también y lo siguiente que pasa es que sus manos están en mi cintura y, de forma muy veloz y sorpresiva que me hace jadear, él me hace ir de espaldas hasta que el árbol se interpone en nuestro camino. Me sujeto de su cuello, abriendo mucho los ojos.

Él no dice nada, solo me sonríe por un momento. Sus manos aprietan mi cintura gentilmente y, tras respirar brevemente, su siguiente movimiento es asaltar mis labios con el fin de devorarlos.

Aunque todo esto ha pasado muy a prisa, y admito que estoy algo sorprendida, en cuanto comienza a besarme toda la sorpresa y confusión desaparecen, dejándome simplemente la necesidad de disfrutar del beso. Me pongo al corriente enseguida, aflojo el agarre en su cuello y dejo que mis dedos se entierren en su cabellera mientras los intensos roces de nuestras lenguas me hacen temblar las piernas.

Sus manos recorren los lados de mi cintura mientras nos besamos, y una de ellas va a parar a mi trasero, donde él da un suave apretón que no estaba esperando.

El beso es algo desesperado, hambriento y probablemente no apto para ocurrir precisamente en el sitio que estamos, pero lo cierto es que en el momento eso es lo que menos me interesa.

Matt tira de mi labio inferior, succiona ávidamente y yo agradezco estarme sosteniendo de sus hombros, y que mi espalda esté apoyada del tronco del árbol, porque creo que realmente las rodillas me podrían fallar.

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