Capítulo 11

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Como Dani tenía que preparar el almuerzo, Jan y Joel decidieron establecer el campamento en la cocina, así podrían conversar los tres sin interrumpirlo.

—Jan, cuídame un momento la cazuela que está en el fuego mientras voy a alistar la mesa del comedor, porfa. Cuando veas que rompe el hervor, bájale la llama al mínimo. Y tú, Joel, ¿serías tan amable de ayudarme a llevar las cosas? —dijo Dani.

—¿Y por qué no almorzamos aquí mismo? —preguntó Jan.

—¿No prefieres el comedor? —pregunta Dani.

—Sí, sí, Jan. Allí la vista es más bonita y sopla una brisa refrescante. Acá está más caliente. No has tenido en cuenta la sobremesa, ¿verdad? —dijo Joel.

—Tienes razón. ¡Venga! Yo cuido la cazuela y vosotros lleváis las cosas para la mesa —dijo Jan.

Almorzaron y Dani trajo café para la sobremesa y los tres pasaron un momento muy agradable. Dani notó cómo había cambiado la actitud de Jan con respecto a Joel.

«"Algo están tramando estos dos"; pensó. "Antes Jan no lo soportaba y ahora, en la segunda visita, están como amigos de toda la vida."»

Cuando Joel se fue, Jan y Dani quedaron todavía de sobremesa. Estando solos, Jan se comenzó a sentir un poco incómodo, porque no sabía exactamente cómo comportarse. La presencia de Joel permitía que la atención de Dani no se enfocara exclusivamente sobre él, pero ahora era distinto. Y no era porque siguiera confundido, en realidad, ya estaba viendo las cosas claras, tanto lo que estaba sucediendo a su alrededor, como en su propio interior. No obstante, todavía no sabía qué debía hacer en lo sucesivo y por lo tanto, tampoco había alcanzado la paz completa.

—Dani, van a ser las cuatro. ¿No es hora de que vayamos a hacerle los masajes en las piernas a don Manuel? —preguntó Jan.

—Sí, pero en este caso no es necesario que me ayudes, Jan, porque no tengo que levantarlo para pasarlo a la silla.

—Pero quiero acompañarte.

—No sé si papá se sentirá cómodo contigo allí, pues para los masajes tengo que prácticamente desnudarlo.

—Le preguntamos.

— Bueno, pero si no quiere nos dejas solos, ¿OK?

—Prometido.

Dani preparó los aceites, cremas y paños y se fueron a la habitación de don Manuel.

—Papá, vengo a hacerte los masajes. Aquí está Jan conmigo. ¿Quieres que se quede?

—Don Manuel, si Ud. se siente incómodo, yo puedo esperar en el corredor. Como ya se volvió a llenar de hojas, aprovecho para barrerlo de nuevo —dijo Jan.

Pero don Manuel quiso que Jan se quedara.

Dani preparó todo y comenzó con los masajes. Jan tomó una silla y se sentó a una distancia discreta, observando cómo los hacía. Jan vio entonces que don Manuel lo miraba y sintió como que lo estaba escrutando. Jan entonces, desvió la vista y comenzó a mirar toda la habitación. De todo lo que vio, le llamó la atención la camita que había contra una pared, era tipo catre y estaba tendida muy sencillamente, con solo una almohada y las sábanas. A los pies tenía doblada lo que creyó era una cobija delgada.

—¿Tú duermes ahí, Dani? —preguntó.

—Sí, esa es mi cama —y siguió con el masaje.

Jan sintió de nuevo que Dani no merecía estar viviendo como lo hacía.

—Es que no cabe una cama más grande. Además, las que tenemos son para los huéspedes, y como podrás imaginar, no debo dormir en otra habitación, porque generalmente papi me necesita durante la noche —dijo Dani como leyéndole el pensamiento.

La posada del Sol y la LunaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang