Prólogo

14.2K 865 430
                                    

DESCLAIMER: Los personajes y situaciones narradas en ésta historia no me pertenecen, ésto es propiedad de Fernando Gaitán y RCN, yo solo escribo para mi entretenimiento y sin fines de lucro. 

*~*~*~*~*~*~*~*

La muchacha dejó los audífonos de lado y se sonrío riendo al mirar una de las escenas más divertidas de su novela, se mordió el labio negando. En ese momento escuchó el leve sonido de la música final y prefirió cerrar las pestañas de su ordenador para apagarla, ya era muy tarde, aunque al día siguiente solo tuviera que entregar un pedido de comida en alguna de las oficinas para las que trabajaba. ¿Qué haría ella en el caso de la protagonista? Se tiró en su cama con ese pensamiento en la mente y el sueño la venció sin remedio.

El molesto rayo de sol le llegó a la cara sin previo aviso y arrugó el ceño, abrió uno de sus ojos para mirar el lugar de donde provenía, aunque en su habitación no había manera de que aquello ocurriera. Se giró levemente a fin de que pudiera levantarse y desperezarse de tan largo descanso, se estiró levantando los brazos. Talló sus ojos para así quitar el resto del cansancio que aún mantenía y tras enfocar con claridad, pegó un brinco y se tapó la boca ahogando un grito de sorpresa. Aquella no era su recámara, ¿dónde se encontraba? Se miró el cuerpo encontrando su pijama tan prolijamente puesta, tampoco veía que aquel cuarto fuera para mantenerla cautiva y mucho menos había rastro de que hubiera sido secuestrada.

— ¿Dónde demonios estoy? — saltó de la cama a toda velocidad, tropezando con un banquillo que no había visto y se sobó las rodillas, murmuró un "idiota". Olvidó por un momento su dolor para acercarse a la ventana, aquel tampoco era su barrio, ¿qué le había pasado?

— Mija, ya levántese, se le hará tarde — la muchacha levantó una ceja con asombro, ¿mija? ¿tarde? ¿tarde para qué? Indudablemente esa no era la voz de su madre, jamás le hablaría de "usted" y en la vida le llamaría "mija". Se miró la muñeca presurosa, aún tenía el escapulario que le había regalado su mamá, soltó un pequeño suspiro de alivio.

— Ya voy, mamá — respondió para no levantar sospechas y alguien pudiera entrar, seguía sin saber dónde se hallaba y aquello comenzaba a ser más preocupante. Cuando menos conservaba su voz, ¿y si se trataba de un sueño? Fijó la vista en sus rodillas, el golpe le había dolido y en teoría, en los sueños eso no pasaba.

Observó por un par de minutos la estancia donde se encontraba, la cama seguía siendo la misma donde se había recostado la noche anterior, aunque la habitación era considerablemente más pequeña, tenía un closet que no era el suyo, las ventanas estaban en la posición contraria y sobre su escritorio no encontró la computadora portátil, regalo de su padre, ¿sería un universo paralelo? En su lugar se hallaba una computadora del año del caldo, un inmenso monitor conectado al CPU y disquetes esparcidos en la superficie plana del escritorio. Hacía mil años que no veía uno igual, aunque en su niñez había utilizado esos simpáticos artefactos.

Repasó con ojo crítico el resto de lo que parecía ser su habitación, había un sin fin de cosas que no visualizó. En un momento de lucidez abrió de más los ojos y se lanzó a la cama con total premura, ¿su amado celular donde estaba? Podría vivir con la computadora obsoleta, sin sus videojuegos, incluso sin la televisión, pero su celular era sagrado, recordaba haberlo tenido a su lado después de tirarse a dormir, ¿y si se trataba de una broma de su familia?

Se detuvo sobre la cama tras haber rescatado el celular de entre todas las cobijas y descartó esa idea de inmediato, sus padres podían hacer bromas, pero jamás harían una así. Se mordió el labio con nerviosismo, ¿acaso estaría en un año diferente? Sin soltar el aparato electrónico de sus manos, se dirigió al closet, esperaba que la ropa fuera más o menos normal, de lo contrario se quedaría en su pijama el resto del día.

Para su deleite había ropa relativamente buena y ¿una falda larga? Miró aquella prenda como si se tratara de un espécimen único, ¿quién en su corta vida se pondría esa cosa? La dejó en su lugar limpiando sus manos en la sudadera de su pijama y rebuscó entre los zapatos. Un par con la punta levemente resaltada, sin plataforma y de un extraño corte se encontraban al fondo del closet, ¿qué rayos hacía eso ahí? Sin cuidado alguno permitió que se cayeran a lo más recóndito.

Evidentemente se encontraba urgando entre las pertenencias de otra persona, miró con espanto los cajones de la ropa interior, si había un par de prendas que bien podrían ser parte del hábito de una monja, ¿habría algo parecido a una carpa de circo dentro de eso? Abrazó el celular a su pecho, por un momento le prendió para mirar la hora, aunque su sorpresa fue tan grande al ver que marcaba una fecha diferente a la que se encontraba hace unas horas.

— Martes, trece de julio de 1999 — leyó con total claridad, recargó su cuerpo en la pared más cercana y se dejó caer hasta el suelo, ¿1999? ¿trece de julio? Al día siguiente sería el cumpleaños de su hermana menor, ¡¿qué rayos hacía en aquella época?! ¿Sería posible viajar en el tiempo? ¿Cómo lo habría logrado? Estaba perdiendo por completo la cabeza. Si el año correspondía a su edad de 6 años, ¿por qué tenía los 23 de su época actual?

La alarma del celular comenzó a sonar a todo volumen con la singular canción "Se dice de mi" de Yolanda Rayo y con aquel ritmo tan tropical, se mordió el labio por quien sabe qué vez consecutiva, ¿qué posibilidades habría de que se encontrara dentro de la historia de Betty la Fea? Sería la única explicación "lógica" para su extraño despertar, el año concordaba a la perfección y la ropa le recordaba al de la novela. Buscó entre el suelo algún espejo que pudiera serle útil.

— Por favor que no sea Betty, por favor que no sea Betty — rogaba incontables veces. Bajo una almohada encontró un pequeño espejito, cerró los ojos por precaución y se colocó de frente el espejo. Contó en su mente hasta tres para dejarse ver. Con el corazón acelerado, comprobó que seguía siendo su misma apariencia, cayó por completo al suelo de la habitación — ¿Seré yo la protagonista? — sacudió la cabeza por un momento, para eso se necesitaba a una mujer fea y ella, definitivamente, no lo era — entonces, sino me parezco en nada a Betty y no estoy donde debería, ¿qué hago yo, en Betty la Fea?

  *~*~*~*~*~*~*~*  

Hasta aquí el inicio, espero que les haya agradado y si es así, regálenme una estrellita, pero si no les ha gustado, un comentario estaría bien, para hacérmelo saber y no se olviden de compartir :D  

Yo, ¿en Betty la Fea?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora