Te Protegeré.

7.1K 462 97
                                    

Noviembre, cinco años atrás.

_____ POV.

La felicidad la creamos nosotros mismos. Quizás no tengamos que tener un final feliz, sino una historia que valga la pena. El sentido de la vida, es una vida que tenga sentido. La diferencia entre lo extraordinario y lo ordinario es muy pequeña. La felicidad es un camino y no un destino. Por eso da las gracias todos los días y se feliz, cree en algo y se libre. Sabes lo que he hecho en esta vida, pero no por aquello que tuve que pasar. El amor es similar a un cristal, pues es hermoso, pero fácilmente se puede romper. Cada día es muy especial: saca lo mejor de él. Mañana pudieras tener una enfermedad, por lo que aprovecha lo más que puedas cada día. La vida es mala si tú la haces mala. Si alguien te quiere, no te dejará ir, aun estén en una situación difícil, no lo hará. La vida está llena de momentos muy malos, pero sin ellos, los momentos buenos no significarían nada. Me gustaría ser esa madre que un día malo lo convierte en bueno, aquella que dice que su vida ha cambiado para bien. Lucho conmigo misma, siento dolor, duele, pero no me importa, pues ya estoy acostumbrada. No me juzguen por eso que dejo ver en mi... ¡no conoces mi verdad! El amor no trata de con quién te veas toda tu vida, sino con aquella persona sin la que no te puedas imaginar. No hay ningún motivo para llorar, pues sé que tu estas a mi lado.

-Madre, ¿en qué te inspiras a la hora de escribir esto? -Mi madre podría escribir una novela de más de 500 páginas en una semana. Increíble, ¿cierto?

-No lo sé... Sólo fluye. -Me dedicó una de sus tantas sonrisas cálidas.- Quizás una que otra frase se inspira en tu padre.

-¿Cuánto tiempo seguiremos siendo un clan maldito? -Sentía un nudo en la garganta. Sabía lo que se aproximaba.

-Muchas veces, hija, hay que aprender a ser valiente. -Lágrimas rondaban por mis mejillas, ella se acercó y me envolvió en un abrazo que sólo brindaba amor maternal. -Perdóname por darte esta vida...-Susurró, y ahora las lágrimas provenían de los ojos amarillos de mi madre.

*

-¡CORRE! ¡VETE Y BUSCA AYUDA! -Gritaba más eufórica que nunca. Hasta hace unos 20 minutos nos encontrábamos abrazadas en la enorme sala.

-No, quiero quedarme junto a tí, no quiero abandonarte. -Musité. El frío y pálido cadáver de mi padre estaba frente a mí.

-El poder siempre manda. Si para tenerte aquí había que maltratarte... No puedo hacerlo. -Sacó un kunai de su bolsillo, colocándoselo en su cuello.

-¡Madre! ¡Por favor no lo hagas! Prometo estudiar mejor, ya no te haré gritar y entrenaré seguido para volverme más fuerte, te protegeré. -No podía dejar de sollozar, a pesar de que le insistía, sabía que ella actuaría por su cuenta sin importar nada.

-Un pacto para vivir... -Y esas, fueron sus últimas palabras. Agarró firmemente el kunai y en cuestión de segundos atravesó su garganta. Ambos cadáveres se encontraban frente a mí y un Shinobi con un logo perteneciente Konoha.

-Pero qué... -Abrí ampliamente mis ojos, y cuando por fin caí en cuenta de que mi clan estaba siendo masacrado, corrí hacía fuera encontrándome con varios cabellos verdes tirados bajo lluvia. Cuerpos descuartizados, incluyendo a pequeños niños inocentes sin defensa alguna y enormes charcos rojos carmesí, aunque mi cuerpo seguía en pie era como si mi alma hubiese sido arrancada y se hubiese marchado junto a todas aquellas personas inocentes.

Todo mi cuerpo temblaba y sentía como las lágrimas iban saliendo, haber sido una sobreviviente sólo logró que desease estar muerta y entonces, opté la misma salida fácil que mi madre... El suicidio. Apreté fuertemente la única shuriken que permanecía en el suelo y con mucho sufrimiento, la apreté en mi muñeca, veía la sangre caer y en cada gota estaba expresado mi dolor y la culpa de no haber podido hacer algo para defender siquiera a mis padres.
De repente no sentí más nada, la shuriken desapareció de mis manos y un chico de más o menos mi edad me miraba desafiante.

-¿Qué planeabas hacer? -Preguntó notablemente molesto. -Escucha, estoy sintiendo tu mismo dolor pero esta no es la salida. Quédate conmigo, juro protegerte. Juntos podremos restablecer el clan Abad, nuestro clan. -Sus ojos penetraban los míos y en ellos lograba sentirme viva aunque sea por unos simples minutos. -Me llamo Hiko, Hiko Abad. ¿Y tú? -Sonrió, extendiéndome su mano.

-Me llamo _____. -Hice una breve pausa, suspiré y continué. -_____ Abad.

-Perfecto. A partir de ahora, te protegeré. -Dijo, para luego entrelazar su mano junto a la mía y partir en busca de más sobrevivientes.

Somebody. || Akatsuki Y Tú || ©Where stories live. Discover now