Capítulo VI

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Los rayos del sol empezaban a sobresalir entre las altas montañas, de los pétalos de las flores caían pequeñas gotas de rocío. Las aves sobre sus nidos desplegaban las alas para alzar vuelo en el hermoso cielo azul que se extendía en una infinidad desconocida, una infinidad que envolvía el mundo.

Pero aquel día no era tan hermoso para todos.

En el salón principal del palacio se hallaban cinco personas, el frío de la mañana no parecía tener efectos sobre sus cuerpos, no parecían percatarse de que el mundo afuera estaba despertando poco a poco. En esos momentos nada podía ser más trascendental que aquella despedida.

Una despedida definitiva y la bienvenida a un futuro incierto.

Sooyoung tragó duro para no llorar ahí mismo, sentía como su pecho se contraía y su corazón clamaba para que aquello no fuera real. KyungSoo mantenía su frente pegada al suelo diciendo entre sollozos cuanto los amaba y todo lo que haría por evitar que cayera el mal sobre el pueblo. La mujer tomó la mano de su esposo queriendo fuerzas para no derrumbarse allí mismo, pero lo único que obtuvo fue un gesto indiferente, frío y aislado.

Ryeowook y Heechul miraban desde atrás en silencio la escena, aquel  momento era bastante privado y se supone que no debían estar allí, pero KyungSoo había insistido en que sus presencias eran necesarias. En especial la de Ryeowook. Por las pálidas mejillas del castaño rodaban unas lágrimas traviesas mezcladas de sentimientos, de silencios. Sentía como si hubiese traicionado a KyungSoo al no hacer lo acordado, como si le hubiera clavado un puñal al no haberlo ayudado sabiendo su condición, lo había abandonado como había hecho todo el mundo.

Sooyoung se acercó a su hijo con pesadez y lo levantó ligeramente para abrazarlo, necesitaba guardar su aroma y grabar su cuerpo para cuando alzara su mirada al cielo. Perdería al único hijo que había podido darle a Siwon, el único motivo por el cual se mantenía atada a él. No sabía si iba soportar su muerte o peor aún aquella ausencia silenciosa que la perseguiría hasta el fin de sus días. La tristeza de no saber cómo se encontraba, si algo le sucedía la acompañaría cada día, sería el infierno en carne. Iba a confiar en que las cosas terminarían bien, con esa posibilidad podría verlo de nuevo algún día, cuando eso sucediera lo abrazaría y besaría interminablemente. Hasta entonces depositaría su fe en aquel rayo de luz, en aquella esperanza.

Siwon esperó a que Sooyoung se apartara y abrazó a aquel dulce retoño que había iluminado su vida para ahora dejar un oscuro vacío. Rezaría todas las noches a los dioses por su seguridad y bienestar, quería que en medio de esa penumbra hallara una esperanza. Si hubiese estado en sus manos velaría por él, pero no podía hacer de lado la vida de un pueblo entero. Mataría al rey Kim con sus propias manos.

—Eres valiente KyungSoo, no lo olvides—Dijo dándole un apretón en el hombro.

A pesar de mirarlo a los ojos KyungSoo negó para sus adentros, todo lo contrario, había sido un cobarde por no luchar por Jongin como debía ser, por no hablar y decir la verdad. Guardó sus pensamientos y besó la mano de su padre en agradecimiento, realmente lo quería; pero en ese momento debía pensar en su felicidad. Sería egoísta. Nunca más los volvería a ver, o si tenían suerte -que lo dudaba- sus caminos se encontrarían en algún punto.

—Los amo.

A aquellas palabras las precedió un silencio ¿Qué se podía decir en ese momento? ¿Vas a estar bien? No, nada iba a estar bien.

Heechul por otro lado esperaba impaciente a que aquellos sentimentalismos terminaran pronto para poder marcharse, quería dar media vuelta, salir de ese palacio y no saber nada más de ese tema que lo había dejado sin sueño ni paz durante días. Le dedicó una mirada gélida a la pareja que lloraba en el suelo, las lágrimas no solucionaban nada ¿Acaso no lo sabían? Ya no había nada que hacer, una vez el destino hacía algo era imposible cambiar el rumbo. Desafortunadamente eran los dioses los que tenían el poder.  KyungSoo se marcharía y si conocía lo suficiente a Jong Woon sería hombre muerto en la noche de bodas.

i. El origen del amorWhere stories live. Discover now