Jong Woon caminaba molesto por los pasillos, quería estar solo, buscar un sitio donde la realidad no lo golpeara. Por primera vez en diez años sentía el peso de su título. Y, por primera vez, quería dejarlo. Debía pensar con cabeza fría el rumbo de la situación. No sabía si era realmente capaz de castigar a Ryeowook, perderle y sepultarlo como había tenido que hacer con su padres. No, su vida sin él era inconcebible.
Era un rey, uno que había fallado. Ni siquiera podía proteger a su esposo ni tomar decisiones correctas respecto a él. Lo único que había hecho hasta el momento con el menor era lastimarlo, no lo escuchaba ni defendía como merecía. Con él, todo era distinto. No podía culparlo de lo que le había dicho, pero iba a descubrir la verdad y arreglaría el asunto.
Por ahora sólo podía cambiarlo de lugar de encerramiento. Debía pedirle a alguien que le ayudara a hallar a Kyungsoo para solucionar ese problema con los reyes Lee. No quería separarse de él.
Aunque obviamente el consejo no lo iba a permitir. Hablaba de una traición y aquello era uno de los peores delitos, el honor de la familia estaba en juego. Acarició sus cabellos cansado de vacilar, de pensar tantas cosas sin sentido. No podía pasar por alto la infidelidad, había deshonrado su nombre y humillado frente al pueblo, además, el engaño de hacerse pasar por hijo de un noble era suficiente para decapitarlo.
De pronto, escuchó un fuerte estruendo. A lo lejos visualizó el humo que empezaba a alzarse en algún punto del pueblo. Apretó sus dientes y echó a correr, escuchó las campanas que anunciaban un ataque enemigo.
¿Ahora qué sucedía?
Se encaminó al cuartel donde los soldados corrían listos para salir. Shindong a un lado dirigía a los hombres como estaba planeado en caso de ataques sorpresivos. Miró a su tío haciendo una señal, en ese momento la prioridad era proteger el pueblo, se adentró en los establos y buscó a Ttankomang que se movía inquieto.
Montó a su caballo con apenas la espada, los problemas debían sumarse en una lista interminable. Golpeó al caballo con el talón, los soldados sabían qué hacer en caso de ataque, tanto como él. Debía buscar al líder.
El sonido de las campanas le hizo abrir los ojos, Ryeowook se incorporó un poco mientras los gritos de hombres le terminaban de despertar, ¿qué ocurría? Tal vez era algo rutinario no lo sabía. Pero la angustia que se plantaba a su pecho le decía lo contrario, era como una inquietud creciente.
— ¡Ey, sáquenme de aquí!— Gritó.
Allí no había nadie, se acercó a la reja pero esta tenía un candado puesto, miró a su alrededor pero no había nada con lo que pudiera ayudarse. En esa maldita prisión no había nadie más, Jong Woon se había encargado de dejarlo aislado.
Observó el relicario todavía en el suelo, rememorando sus recientes palabras. Jong Woon lo había abandonado de nuevo. Le había dejado por creer en mentiras, por escucharlos a todos menos a él. ¿Dónde estaba el amor?
Escuchó un sonido provenir de afuera, agudizó su oído al chirrido de un metal corriéndose.
— ¿Quién está allí?
No recibió respuesta, tal vez había sido producto de su imaginación. Empezó a golpear los barrotes con insistencia. Estaba atrapado. Tembló al sentir el aroma de algo quemarse, se asomó un poco entre las estrechas barras y alcanzó a ver el humo que expedía debajo de la puerta.
Empezó a sentirse mareado, su cuerpo estaba un poco débil por no poder descansar muy bien. El humo se movía lentamente llenando cada rincón, la temperatura ascendía lentamente junto con su desesperación. Se quitó la prenda de Kyuhyun y empezó a golpear los barrotes. Alguien tenía que ayudarlo.
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i. El origen del amor
FanfictionMiles de leyendas han surgido en medio de la guerra y la destrucción, pero la realidad se limita a la existencia de un hombre que ha sido capaz de burlar a la muerte. Kim Ryeowook ha vivido en el reino de la familia Lee desde que tiene memoria...