Capítulo X

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Ryeowook abrió sus ojos lentamente, el trinar de las aves lo trajeron poco a poco a la realidad. Se giró suavemente sobre su espalda sintiendo un dolor en la parte baja que le hizo detenerse, emitió un gruñido de molestia y se dejó descansar sobre el futón acolchado. Se quedó quieto mirando el techo esperando que dolor menguara. 

En ese momento se percató de que no había ningún cuerpo yaciendo a su lado, con ojos tristes miró el espacio vacío mientras algo en su pecho quemaba, aquella ausencia significaba más de lo que él mismo pensaba.

Suspiró resignándose a la situación.

¿Qué había ocurrido realmente la noche anterior?

Recordaba que aquel hombre lo había tomado varias veces en la noche, las palabras que le había susurrado en el oído las tenía grabadas. Sus mejillas se tiñeron de sólo recordar como sus cuerpos se habían unido ¿Había llenado sus expectativas? En cada movimiento demostró su torpeza en la cama, pero Su majestad no le había dicho nada.

Pensó en el día anterior, exactamente cuándo Minha lo había tomado bruscamente del brazo, aquella anciana era una enemiga no declarada y algo le decía que iba a ser un tropiezo en el camino. Ambas mujeres, Dasom y ella, le iban a mantener vigilado así como Su alteza Lee lo había sido en sus primeros años de esposa. Se cubrió mejor entre la cobijas ¿Qué haría? Apenas había llegado el día anterior y no conocía a nadie allí. 

No pudo evitar sentirse solo.

Tomó un poco de aire pensado. Tenía una inmensa curiosidad por conocer su nuevo hogar, el pueblo y cada rincón que le fuera posible, pero no se atrevía a pedirle ayuda a alguien para que lo guiara, aunque tampoco pretendía permanecer encerrado en aquella habitación. Tendría que hablar con su esposo acerca de eso.

Esposo.

Pensó en aquella orbes negras, en aquellas manos que lo hicieron arder en llamas en el frío de la noche ¿Era eso posible? Cada arremetida, cada palabra. Su cuerpo se estremeció ante el simple recuerdo, aquel deseo con el que Jong Woon se sumergió en su virginidad, los besos que repartió en su cuerpo. Una sonrisa estúpida se dibujó en su rostro, mordió su labio con emoción y cerró sus ojos ¿Era real?

Tan real como que no era hijo de los Lee.

Sentía en su estómago un increíble cosquilleo, su corazón se aceleró de manera alocada ¿Qué le ocurría? Deseaba estar nuevamente entre aquellos brazos y ser deseado. Su rey ¿Cómo podían decir que era malo? No lo veía de ese modo, no parecía tener maldad.

Sus ojos, sus cabellos largos y negros, sus facciones fuertes pero cinceladas. Era un hombre perfecto, guapo. Le llevaba varios años por delante, era evidente. Su cuerpo era maduro, su experiencia, su voz, todo. El tipo de hombre que nunca se fijaría en él.

Se puso de lado con tristeza. A pesar de todo no debía olvidar su condición, quién era realmente y su misión allí.

Sería asesinado tan pronto se descubriera la verdad, estallaría una guerra y todo sería su culpa por ayudar a su amigo a huir de su destino. Destino. Pasó su mano por el espacio vacío con nostalgia ¿Qué deseaba aquel hombre de él? Había sido la primera vez de ambos, por algún motivo se sintió como nunca antes y algo le decía que pare él había sido lo mismo.

El sonido de la puerta abriéndose le hizo levantarse ligeramente, ante él apareció una de las jóvenes que le había ayudado el día anterior a arreglarse.

— Su alteza— La joven se puso de rodillas frente a él.

— ¿Quién eres?—Dijo desconcertado por aquella presencia, cubrió su torso desnudo con las mantas.

i. El origen del amorWhere stories live. Discover now