Capítulo XXVI

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Kyuhyun rió por la bajo al ver como al joven de piel lechosa se le escapaban de las manos las espadas haciendo un ruido estruendoso al chocar al suelo, ignoró la mirada desafiante que le regaló y cruzó sus brazos satisfecho. Era divertido verle así, no estaba acostumbrado a esas labores lo que hacía que cargar unas cuantas espadas le costara demasiado.

Heechul limpió el sudor de su frente con asco y gruñó entre dientes al ver la satisfacción en el rostro del castaño. Maldito. Tomó de nuevo la espadas enfundadas y las apoyó sobre su hombro, sintiendo como puyaban en su delicada piel. Con un poco de dificultad se encaminó a la bodega con el otro siguiéndole, fastidiado murmuró lo fastidioso que resultaba sentir su mirada dura en la espalda. Una vez llegó a su destino dejó caer las armas con alivio sobando sus hombros por el esfuerzo.

Kyuhyun se acercó a él y tomó una de las espadas entre sus manos dispuesto a ponerla en su lugar, ese tonto iba a desbaratarse con unas simples labores.

  —Déjame.

Heechul le quitó la espada de  sus manos con irritación.

— Ni lo sueñes— Dijo con molestia, se giró a buscar el sitio donde acomodarla—. No voy a permitir que le vayas con quejas a tu preciado rey.

Kyuhyun simplemente tensó sus labios y se cruzó de brazos de una manera sarcástica, tenía su orgullo el doncel. Le vio acomodar las espadas en su lugar, parecía empeñado en demostrar que no era un debilucho a pesar de su hermoso aspecto, tenía madera. Delineó su cuerpo sobre las telas de su vestido que se ajustaban cuando estiraba sus brazos, tenía una piel tan blanca que se vería arruinada si la exponía demasiado al sol, para ser hombre tenía un aspecto bastante femenino.

Cuando hubo terminado Heechul se giró a él con satisfacción.

— ¿Feliz?

Kyuhyun sonrió.

 — Bastante.

Con un bufido Heechul salió de allí camino la palacio, tenía que hablar con Ryeowook y tratar de persuadirlo, el tiempo meritaba y era cuestión de tiempo para que todo se supiera. Tenían que salir pronto de allí.

Al llegar a la entrada del palacio uno de los guardias se dirigió hacia él deteniéndolo, Heechul por un momento se asustó pero el hombre mantuvo la distancia.

 — Su alteza se halla en el templo orando.

Asintió levemente.

— Muchas gracias— El hombre hizo ademan de marcharse, pero se apresuró a él—. No sé dónde queda el templo ¿podría guiarme?

El hombre con una leve sonrisa aceptó y se encaminó por entre los caminos rodeados de vegetación. Miró con atención cada detalle procurando memorizar todo lo que fuera posible, si iba a huir de allí debía saber cómo hacerlo.

Sonrió cuando el hombre señaló un palacio rodeado, con un asentimiento se dirigió hacia allí. Tenía un ambiente lúgubre, solitario, no parecía ser muy concurrido. Se adentró al templo solitario hallándose con un gran pared tallada donde, frete a esta y de rodillas, se hallaba su sobrino ensimismado.

Esperó a una distancia prudente detallando el sitio, dejó vagar su mente por los recuerdos del pasado preguntándose los motivos por los cuales Ryeowook no recordaba nada aún. Sería bueno que lo hiciera porque, de ese modo, podría llevárselo pronto de allí sin tanto esfuerzo.

Al verle alzar la mirada se acercó asustándolo por un momento, aunque pronto se recompuso y le abrazó.

  — No pensé que vinieras a buscarme aquí.

i. El origen del amorWhere stories live. Discover now