CAPÍTULO II

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El sol calentaba mi piel y se sentía muy bien, estaba sentada sobre la hierba con la cabeza en alto; con mi madre a mi lado

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El sol calentaba mi piel y se sentía muy bien, estaba sentada sobre la hierba con la cabeza en alto; con mi madre a mi lado. Ella soltó una risita, consiguiendo mi atención.

—¿Qué? —Pregunté, curiosa, mirándola. Su cabello rubio estaba en una cola alta, sus facciones y ojos azules expuestos. Siempre nos comentaban lo mucho que nos parecíamos.

—Realmente amas el sol, ¿verdad? Eso lo sacaste de mí —Ella sonrió con dulzura.

Escuché una risa y vi a Camille —mi hermana menor— corriendo hacia nosotros. Su cabello castaño rizado caía por sus pequeños hombros, ella tenía un brillo en sus ojos inigualable.

—¡Mamá! ¡Tengo un girasol! ¡Mira! —Ella abrió sus manos y mostró su nueva adquisición.

—Es hermoso, Camille, ¿dónde lo encontraste? —Preguntó mi madre, agarrando la flor.

—Estaba allí —Camille señaló detrás de nosotros. Sonreí ampliamente, admirando a mi hermana pequeña, ella siempre estaba tan feliz.

De repente, comenzó a fluir oscuridad alrededor de nosotros. El sol desapareció y una brisa fría rozó mi piel, enviando escalofríos por todo mi cuerpo. Me puse de pie, ojeando mi alrededor con desesperación.

—¿Mamá? ¿Camille? —llamé, pero ya no estaban a mi lado. Sentí una presencia, una respiración caliente en la parte de atrás de mi cuello. El miedo me paralizó por un momento.

—Flor —dijo una voz áspera. Tragué saliva.

—No... —susurré débilmente, empezando a correr rápido. Tenía que huir de él, sólo sabía eso.

—Corre, corre, corre. —Él sonaba divertido, podía sentirlo justo detrás de mí, sin importar lo rápido que corriera. Mis piernas se sentían tan pesadas.

—No... —repetí en un murmullo.

—No, no puedes escapar de mí, Flor.

—No... —me tropecé y caí sobre mis manos y rodillas. Sentí un liquido caliente debajo de mí. Levanté mis manos y lo vi: Era sangre. Las lágrimas nublaron mi vista y empecé a temblar sin control.

—No...— traté de limpiar la sangre con mi camisa.

—Flor —su aliento rozó mi oreja y me di la vuelta, pero todo lo que pude ver fue una sombra desenfocada.

—¡Aléjate de mí! —Grité.

—Ven aquí, Flor, ven.

—No— murmuré, dando un paso atrás hasta que mis pies tocaron algo. Me di la vuelta y me congelé. Mi madre estaba en el suelo con morados en brazos y piernas. Sangre emanaba de la herida en su pecho, me tapé la boca con una mano temblorosa.

Fleur: Mi desesperada decisión ✔️[Darks #0] ¡Ya en librerías!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora