Capítulo 9

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Escucho el timbre y agradezco que esta vez Andrea sea más puntual. Le abro la puerta a eso de las tres y diez e intento saludarla, pero una vez más está distraída mirando hacia la calle. Me pregunto si lo hace para asegurarse de que nadie la mire entrar a mi casa. Duele, pero decido fingir que no me importa. Lleva puestas unas botas, unos vaqueros, una camiseta blanca y, como siempre, sus lentes Ray-ban.

Se ve genial.

No es que me guste... Bueno, sí, me gusta. Mejor lo admito o pensarás que soy gay. No es que tenga algo en contra de los gais, pienso que ellos son buena gente. Freddie Mercury, por ejemplo, tenía una voz increíble y...
Ahora Andrea está mirándome.

—¿Qué hay? —saluda.

Niego con la cabeza, pero me rio en silencio. Ella me mira curiosa.

—Pasa —digo y la dejo entrar.

—¿Qué es tan divertido? —pregunta, riendo un poco conmigo.

Diablos, soy un libro abierto.

No puedo decirle que me estaba cuestionando si soy gay, pero tampoco le voy a mentir.

—Estaba pensando en...

—¿En...

—Freddie Mercury. ¿Lo conoces, cierto? Porque hoy...

Su cara se ilumina una vez más.

—No debiste recordarme que te debo eso, Oliver Odom —me advierte con una enorme sonrisa ¿Qué? —. I want to break free...
—empieza a cantar moviendo los hombros—. I want to break free!

¿Es en serio?

—Me pediste que bailara para ti una canción que si conoces, ¿no?

—Okay, si, pero...

Andrea se quita los Ray-Ban y con un movimiento seductor me los coloca a mí, y baila, baila moviendo sus caderas y también sigue cantando.

Jesús. Baila jo-di-da-men-te bien.

Caray.

—Sé que tienes una aspiradora
—me acusa. Sus ojos brillan divertidos ahora—. La tenías contigo la primera vez que vine
—me recuerda y camina hacia la portezuela debajo de la escalera.

Oh no... Diablos, no.

—Andrea —intento detenerla pero, rayos, quiero ver esto.

—Tú déjamelo a mí —insiste.

Estoy siendo sobrepasado por los acontecimientos, y no me importa. Estoy sonriendo como un idiota, divirtiéndome, y ella disfruta eso.

Me obliga a echarme hacia atrás para no entorpecer su plan, y me siento en un sofá a esperar, mientras ella retoma su camino hacia la aspiradora.

Okay, ya veo que no habrá manera de detenerla.

—No te muevas y no mires hacía acá —me advierte.

No iba a hacerlo.

—No tienes la canción —le recuerdo.

Tal vez debería ponerla. Yo tengo la canción.

Segundos después escucho la jodida canción. El tannnn tannnn... ¿De dónde salió? ¿Traía un iPod con ella?

Y ahí está. Andrea sale de la nada personificando el número más gay de Freddie Mercury. Tengo que reírme.
I want to break free, I want to break free...
Ella se mueve junto con la aspiradora, y, sin un atisbo de timidez, se deja llevar por la música. Los gestos, la actitud de diva... todo es perfecto. Hasta el movimiento final de pierna y trasero le sale genial.

La mala reputación de Andrea Evich ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora