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—Ava es mi ex novia —dijo finalmente Adler. Frieda se tensó al darse cuenta que le iba a contar algo un poco más íntimo y ellos no tenían esa clase de relación. Aun así entendió que él quería hablar y dejó que lo hiciera—. Estuvimos juntos por dos años, hasta que un día la encontré besándose con un chico que vino de intercambio desde España y se quedó en su casa. Los vi cuando la fui a buscar para darle un regalo por nuestro segundo aniversario.

—Oh... lo siento, eso se ha de sentir bien feo —añadió Frieda sin saber qué decir.

—Fue doloroso, sí... pero me dijo que había sido un error. La perdoné, volvimos... y pues, lo volvió a hacer... y la volví a ver. Una vez puede ser un error, pero dos...

—Lo entiendo... ¿Y por qué la otra noche...? —Frieda quiso preguntar pero luego no supo concretar la pregunta.

—Me la... tuvimos relaciones esa noche porque... —miró a Frieda y suspiró—. No está bien lo que hice, Fri... Ella quería que habláramos y yo le dije que buscáramos un sitio tranquilo. Ingresamos allí y ella me besó, todo se salió de control y bueno... pues terminamos así. Yo... sé que no estuvo bien porque ahora ella piensa que volveré pues aquello debió significar algo... y la verdad es que por más que la amé como a nadie, no quiero volver.

—Lo entiendo —añadió Frieda asintiendo.

—¿No me vas a regañar por haber estado con ella de esa forma?

—¿Por qué lo haría? —dijo ella encogiéndose de hombros—. Estabas lastimado y ella pues, te buscó... supongo que fue algo instintivo, además tú la querías... o la quieres... no sé, pero... no es tan loco lo que pasó. —Adler la miró sorprendido, todos sus amigos le habían dicho que se había equivocado y un par de chicas, amigas de Ava, le habían enviado mensajes diciéndole que era una malísima persona.

—Tú sí entiendes... No lo hice para lastimarla, solo se dio... Sé que debí pensar mejor las cosas, pero tenía rabia, dolor... y una sensación de necesitarla y extrañarla también. Cuando me besó... solo lo dejé fluir...

—Pues lo único que hiciste mal esa noche fue dejarme sola —añadió Frieda sonriendo.

—Eso es cierto, fue mi error. Debí haberme quedado contigo y te evitaba todos aquellos malos ratos. Discúlpame —dijo y a Frieda le pareció que se veía muy tierno, entendió en ese momento la forma en que siempre lo veía su madre y su tía.

—Discúlpame por lo de tu teléfono —añadió ella y él se encogió de hombros.

—Ya falta poco para que juntemos para uno nuevo —respondió.

—No tanto —dijo ella sabiendo que no les pagaban demasiado.

—Tengo algo ahorrado, lo completaré —susurró como si le contara un secreto.

Ni príncipe ni princesa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora