Capitulo 3

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¡PI... PI... PI... PI... PI!

Oh no, se acabó, no lo aguanto más. Abro los ojos con pesar y ya me estoy apuntando lo primero que haré al llegar del trabajo. Iré a comprar un despertador nuevo que me despierte de una manera algo más relajada, sin necesidad de tener que despertar sobresaltada por ese maldito ruido, pero bueno, al menos hoy ha sonado a su hora.

Me levanto de la cama, y me dirijo hacia el baño, hago mi rutina de siempre: me doy una ducha rápida, pelo recogido, un poquito de crema de color, mi uniforme y todo listo.

Bajo las escaleras y me alegra ver que las llaves de mi moto están donde deben estar, las cojo y me dirijo hacia mi pequeña para ir al trabajo.

<<Presiento que hoy será un día estupendo por cómo este ha empezado>>

Llego al trabajo y miro mi móvil para ver la hora, ¡¡genial!! Son las 7:55 a.m.  llego cinco minutos antes. Esto no me lo creo ni yo.

—Buenos días Fabi, ¿qué te hace tanta gracia eh? —giro la cabeza, me encuentro con Marizza y a su derecha está Aura. Ellas siempre vienen juntas debido a que son del mismo pueblo, Doña Mencía, que se encuentra a tan solo dos kilómetros del hotel.

—Pues nada, hoy mi terrible despertador no me ha fallado, no he tenido que buscar mis llaves y llego cinco minutos antes de lo previsto al trabajo, por lo que la señora directora no podrá decirme absolutamente nada. —Contesto con una gran sonrisa.

—No te ilusiones Fabi, ya sabes que esa odiosa mujer siempre encuentra algún motivo por el que ponernos alguna que otra pega —miro a la derecha para mirar a Aura, ahí está con su moño rizado y riendo como siempre, lo que me hace sonreír a mí también.

—Bueno venga, dejémonos de charlas y empecemos a trabajar de una vez.

Ambas miramos a Marizza con mala cara cuando nos habla con ese tono de broma, pero en su mirada se ve que habla totalmente enserio.

Ni modo, nos toca ponernos manos a la obra.

El día trascurre sin problemas y vamos bastante avanzadas con las habitaciones. El supuesto jefazo está en la suite superior, y su chófer en una junior suite muy cercana a la de su jefe, información que nos ha dado Elena la recepcionista, en el descanso del desayuno.

—Os vais a quedar muertas cuando veáis al jefazo, ahí lo dejo... —nos mira con las cejas levantadas —ya me contareis que opináis una vez lo hayáis visto —termina por decir Elena antes de irse y dejándonos intrigadas.

La verdad es que no la he entendido muy bien ¿tan mayor es ese hombre? Igual si viene con su chófer sera porque no puede moverse bien, o quizás sea paralítico. Claro que pensándolo bien, no puede ser, porque su habitación está en la segunda planta.

—Fabi ¿Ya estás otra vez en tu mundo metida? —pregunta Marizza. Sonrío en su dirección, que bien me conoce la jodía, pero esta vez ha fallado.

—No para nada, pensaba en lo que ha dicho Elena del jefazo, nada más.

—Mmm... Si es tan mayor como los clientes que hacen sus tours, ya sabes que pasará de los setenta años. —Marizza comienza a imitar a un anciano y Aura y yo reimos sin parar.

—Bueno, dejémonos de risas ya y volvamos al lío. Fabi, haz el favor de bajar esos montones de ropa sucia al carro de abajo para que no les moleste a los clientes al pasar —me pide Marizza mientras ella sigue haciendo la cama.

—Si, ahora mismo. Pero... el carro esta justo debajo, puedo lanzarlo, ya sabes que no fallaré.

—Fabi, el mejor día provocarás un accidente con tus lanzamientos a alguien, ya verás.

No te daré mis alas (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora