küssen

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Desde que Kauffmann me confirmó que pasé la prueba, no he dejado de prepararme para nuestro siguiente asalto. Ganar esa beca se ha vuelto prioridad. Uno A para mí. Reviso mi reloj, mi siguiente clase comienza dentro de veinte minutos, así que debo de apurarme si no deseo llegar tarde.

Esta es una de las clases en las que no estoy junto a mis amigos, ellos toman las de matemáticas impartidas por mi padre, en vista de eso, nuestro director vio factible que tome una clase diferente para evitar habladurías por parte de los demás estudiantes.

Llego hasta mi casillero, lo abro para sacar algunos libros que necesito. Me siento un poco cansada en realidad, he ensayado más de lo usual, incluso le pedí permiso al profesor Kurt para usar el salón de música después de clases. Agregando que tengo que sacar tiempo para mantener mis calificaciones, cumplir con mis tareas en la casa, aparte de realizar lo mejor que pueda con mis actividades extracurriculares.

Llego a tiempo al salón de clases, tomo mi asiento para pretender que escucho las explicaciones del profesor Humbert, tal vez le pida a mi padre que me ayude con las tareas, porque en verdad mi cerebro no puede procesar nada de lo que diserta el maestro. Cuando suena la campana final, salto de mi asiento y me precipito por el pasillo, evito chocar con una arisca Emily o alguno de sus secuaces. Llego al estacionamiento para esperar a mi papá, fui muy clara con él para que no me hiciera esperar ni un minuto más cuando las clases finalizaran.

Mi padre se ha quejado de mis evidentes ojeras. Cuando lo llego a visualizar diez minutos después, despidiéndose de mi profesora Mary, no puedo evitar soltar algunos lamentos, él sabe que estoy molida sin esperanzas de sobrevivir un minuto más, si no llego a descansar como es debido.

Casi me duermo de camino a casa, mi padre me despierta para que entre; hoy me toca hacer la cena, pero lo escucho decir que pedirá comida. Saco fuerza desde adentro, doy la vuelta para abrazarlo y depositar un beso en su mejilla. Sé que entiende lo cansada que estoy, él también llega más tarde de lo habitual a causa de unos talleres obligatorios exigidos por el distrito. Lo dejo y lo veo tomar el teléfono para pedir comida.

Subo a mi habitación, camino directo para el baño y lucho contra mis deseos de tirarme de una vez por todas en la cama. Me siento en el retrete con celular en mano, para encenderlo. No le he prestado mucha atención desde Kauffmann. Al hacerlo, me bombardean un montón de mensajes y llamadas perdidas. Muchas son de Lynn o de Luccas, que son las únicas personas que me escriben o me llaman. Mientras las chequeo sin mucho interés, mi respiración se me atora en mi garganta cuando visualizo una llamada perdida de Wrathly.

Ahogo un grito de felicidad en mi puño y muevo mis piernas de forma frenética. Miro hacia el techo, radiante de felicidad. Lo sé, es solo una llamada, aunque esa me da a entender que le importo un poquito. Salgo del baño para tenderme sobre mi cama. Reviso mi WhatsApp, Luccas me ha insistido demasiado en que lo revise. Qué tremenda sorpresa me acabo de dar, cuando veo una fotografía entre Luccas y Wrathly. Y obvio que le hago zoom a la foto para ver solo a Wrathly, mi sonrisa se amplía tanto, que juro se ve hasta en el espacio sideral.

También me causa curiosidad saber en dónde se encontraron estos dos. Observo bien la foto, me percato que el auto de Wrathly, que está en el fondo, parece haber sido chocado, siento la fuerte corazonada que esto fue obra de Toscani. No reviso más mis mensajes, en cambio, edito la fotografía que me envió Luccas. Para eso utilizo PicsArt; coloco la cara de Wrathly junto a otra que tengo mía. Eso es algo que no se lo mostraré a nadie.

Dejo mi celular en el colchón, de paso me quito los pantalones para encender mi reproductor de música. Esa llamada perdida me ha levantado el ánimo, pongo la canción de Jason Derulo, Wiggle, a todo volumen. Comienzo a bailar como una loca frente al espejo. Para nada me parezco a Whitney Thore, ella sí sabe moverse, yo soy otra cosa. Lo hago espantoso, tendré que darme una vueltecita por el estudio de baile de la señora Stephanie, la madre de Lynn. Continúo bailando como histérica y tiro un grito al ver que mi padre está parado en la puerta, no sé desde cuándo.

Soldat Donde viven las historias. Descúbrelo ahora