Capítulo XII

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Taeyeon observó con detenimiento al joven  que despertaba, miró con asombro las manchas que se esparcían por su cuello y parte de su pecho, las mangas de su haku se movieron dejando ver unas marcas similares en sus muñecas. Antes había preferido ignorarlas diciéndose que no era algo de su incumbencia, pero ahora las marcas se multiplicaban y algo le decía que no era un accidente.

—¿Cómo se ha herido, su alteza?— Se acercó preocupada y lo tomó del brazo teniendo cuidado de no herirlo.

Ryeowook de inmediato se apartó con sutileza ocultando su brazo bajo la seda. La mujer se quedó mirándolo dolida, últimamente lo notaba decaído e incluso algunas veces lo hallaba llorando. 

Una cólera  inexplicable la inundó ¿Por qué lo permitía?

Ese hombre era un déspota, no estaba al tanto de sus cuidados o necesidades. Habían transcurrido varias semanas desde la ceremonia y no lo había presentado oficialmente al pueblo. Los empleados rumoreaban cosas entre ellos a los cuales no sabía si darle crédito o no, y por otro lado, las concubinas se habían sobrepasado con él con sus comportamientos la última vez. La señora Cho-hee había tomado unas represalias con ellas pero no podía castigarlas debido a que eso le correspondía a Su majestad, pero era evidente que él no iba a mover un dedo por su esposo.

Miró a Su alteza que parecía sosegado, ese pobre muchacho no lo merecía, desde su llegada no podía decir que algo bueno le había ocurrido. Quería pedirle explicaciones, pero su posición no se lo permitía, además, él siempre ocultaba su dolor bajo una sonrisa falsa y fingía que nada ocurría.

Ryeowook suspiró con desgano y observó sus manos que temblaban. Iba a volverse loco. Miró a la joven que tenía expresión preocupada, tal vez era la única persona allí que le tenía algo similar al aprecio.

— Dime, Taeyeon ¿Cómo llegaste aquí? —Comentó queriendo romper la tensión causada por las heridas vistas.

La pregunta la tomó desprevenida, su mirada se desvió hacia las paredes y titubeó unas cuantas palabras.

— Bueno... llegue aquí desde que era una bebé— Movió sus dedos impacientemente— Mamá y papá fueron esclavizados por el reino de los Kim.

— Realmente lo siento—Dijo el menor  avergonzado de hacer una pregunta tan imprudente.

La chica negó.

—No, realmente nos acogieron bien. Papá era comandante de una de las tropas del rey, así que no nos hizo falta nada.

— ¿Dónde están ellos ahora?

La chica hizo una mueca y se mordió el labio.

— Papá murió cuando el antiguo rey Kim, el padre de Su majestad, atacó el reino de los Cho hace años. Mamá murió poco después a causa de una enfermedad.

—Lo siento.

—Fue la decisión de los dioses— Dijo con resignación— Desde entonces la señora Cho-hee me acogió bajo su ala, he estado bien.

El silencio se plantó en medio de ellos, el menor la miró por largo rato indeciso acerca de hacer preguntas que tal vez la asustaran.

—¿Qué sabes de Jong Woon?

La chica alzó una ceja, los ojos de Su alteza brillaban al pronunciar ese nombre, al verlo de lejos como sólo un amante podía hacerlo. Sintió tristeza en su interior, un nudo en su pecho con la sola idea de saber que no era correspondido como deseaba.

— ¿Exactamente qué quiere saber?

Ryeowook titubeó un poco.

— No lo sé. Es evidente que sus padres no viven, por lo demás, sólo sé que gobierna este reino.

i. El origen del amorWhere stories live. Discover now