Capítulo 18

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Superman
Voy camino al hospital, papá tiene una crisis.

Es la una de la mañana. Las calles de la ciudad están casi vacías y el frío de la noche me está congelando el cerebro.
No es la primera vez que papá tiene una crisis. P
Sin embargo, cada vez me da más miedo. No quiero perderlo. A veces pienso, ¿y si esta vez no lo logra?

Cuando Byron y yo nos percatamos de algo iba mal, llamamos a una ambulancia. Los dos sabemos que nos corresponde hacer en estos casos: Mientras él llama al médico y le explica qué sucede con papá, yo preparo una maleta pequeña por si es necesario quedarnos en el hospital.

Hace media hora le envié un mensaje a Andrea para avisarle, pero todavía no responde. Quizá esté dormida. Quizá llame por teléfono mañana temprano. Aunque, a decir verdad, me gustaría que estuviera aquí. Desde que estamos juntos tengo esa sensación de que cuento con ella y... Me gustaría que estuviera aquí.

Ingresan a papá a cuidados intensivos y su médico nos pide esperar. Esperar... respuestas, y nada es peor que esperar respuestas en un hospital.

Byron va por un café y me quedo solo en la sala de espera. No lo admito en voz alta, pero me inquieta pensar que de la salud de papá depende mi futuro. ¿Qué si él muere? ¿Qué si no y debo cuidar de él por el resto de mi vida? No quiero que él muera, pero el futuro me frustra. Me gustaría que papá fuera un poco más responsable de sí mismo, pusiera de su parte y aceptara ir a terapias.

Miro llegar a Andrea y salto de mi asiento para abrazarla. Ella está aquí...

Acaricia mi espalda. —Vine lo más rápido que pude.

—¿Sola?

—Mamá me trajo —dice, mirándome preocupada—. Tuvo que regresar a casa, pero dijo que la podemos llamar si necesitamos algo.

Abrazo a Andrea como si de aferrarme a ella dependiera mi existencia. Cuento con ella. —Gracias por estar aquí.

—Y me voy a quedar, si eso está bien para ti.

—Eso está muy bien para mí.

Las respuestas sobre la salud de papá llegan horas después. Los médicos consiguieron estabilizarlo, pero tendrá que quedarse en observación un par de días. Me lo esperaba.
Siempre discuto con Byron sobre quién debe quedarse con él, a pesar de que nunca tengo la opción de ser yo. Soy menor de edad, por lo que únicamente él puede quedarse con papá.

Andrea me levanta el ánimo y llamamos a un taxi para regresar a casa. Eso fue más práctico que dar molestias a Evelyn. Además, queremos estar solos.

...


Al llegar a casa desayunamos y esperamos. ¿Qué esperamos? Diablos, no lo sé, simplemente me siento nervioso. Mi vida siempre ha sido un constante vaivén de dificultades y a veces eso me deprime. Me siento inseguro, siempre ha sido así. No tengo nada que realmente sea mío. Excepto Andrea en el sentido poético de la palabra. Nos pertenecemos.

No cuento con papá, mamá me abandonó, y nadie, salvo Byron, se preocupa por mí; pero él algún día también deberá marchar y formará un hogar propio. Por ello es inevitable que me sienta solo.

—¿Vemos otra película? —me pregunta Andrea al verme distraído. No estoy poniendo atención a Buscando a Nemo.

Ella quiso ver esa.

—Estoy bien —digo, recostando mi cabeza sobre su hombro. Estamos sentados uno junto al otro sobre un sofá de la sala.

—Cualquier cosa que necesites dime —ofrece.

¿Qué necesito para no sentirme abúlico? Pensando en ello, me giro y beso su hombro buscando abiertamente su atención, después hago lo mismo con la comisura de sus labios. Ella sonríe...

—Chico listo —dice y alcanza el control remoto del televisor para apagarlo. Después, sacándose los zapatos, se deja caer un poco más sobre el sofá para que me apoye de mejor manera sobre ella. Un momento, ¿me dejará llegar a más?

Mi corazón late fuerte. Mi sistema nervioso en general es un caos, está entrando en ebullición al sentir su roce poniéndome así en evidencia. ¿Por qué, Jesús? Debería tatuarme «virgen» en la frente.

—Está bien —susurra al notar que la sola idea de estar con ella me dispara como cohete.

—Yo no... —No puedo si quiera hilar adecuadamente los pensamientos dentro de mi cabeza.

Ella me besa con ternura.

—Vamos despacio —dice ayudándome a sacarme la camisa, el pantalón... y a no morir de un infarto cuando ella hace lo mismo.

Nos besamos, acariciamos y hacemos un par de bromas estúpidas; por lo que no puedo evitar preguntarme qué hacía lejos de mí, cómo pude no necesitarla, por qué no le hablé antes... cómo conseguí sobrevivir sin ella aquí.

Ella, la que me consuela y no me detiene cuando me muestro más necesitado de su amor. Quiero todo de ti, Andrea.

Su cercanía me enciende hasta sentirme supernova, vuelo más alto que la Antorcha Humana de los 4 Fantásticos, y no me apago... no me apago... Necesito más de ella. Se lo digo con movimientos y besos torpes, como el estúpido principiante que soy; no obstante, ella no se aleja... No me detiene. Me besa y permite que mis manos recorran su cuerpo hasta conseguir que también se contraiga y necesite unirse al mío. Me gusta provocar este tipo de efecto en ella.

Imaginé tantas veces este momento y sucede con Andrea. No pudo ser mejor.


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A que no se esperaban nada de esto :O ¿Sentimientos encontrados?

El señor Odom dejó de ser bebé :')

¿En qué cambia esto su relación? Analicemos

Fue un capítulo corto, aunque bastante lleno de emociones.

Instagram: TatianaMAlonzo

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La mala reputación de Andrea Evich ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora