Capítulo 40: "La última misión."

1.9K 75 1.2K
                                    

Disfruten, lloren y no olviden que los amo.

Àstrid Bergés–Frisbey: Caroline Thompson.

Es el capítulo más largo que jamás escribí. Así que rompan record comentando, falta muy poco para llegar a los 1000.

Final.

El aire abandonó mis pulmones, una corriente helada recorre mis huesos, el pánico se acumula dentro de mi, la visión es poca, casi no veo nada.

"Soy Caroline."

La voz aguda de Caroline, se repite en mi cabeza y me hace pensar.
¿Cómo es que está viva?

Mi cuerpo vibra y se calienta, siento arcadas y no de asco, mi cabeza va a explotar, a lo lejos escucho la ronca y desesperada voz de Kyle me toma de los hombros y trata de tranquilizarme pero no logro escuchar lo que dice, no logro salir del trance en el que estoy.

Mi cuerpo convulsiona, no llega aire a mis pulmones. Siento punzadas en mi pecho. Culpabilidad. Siempre fue Caroline, está viva, y a pasada mucho tiempo desde que se comunicó conmigo y nunca la ayudé, soy una persona terrible.

Mis mejillas están mojadas, siento como Kyle calienta mis brazos para que pueda reaccionar ante el dolor. Golpeo con mis manos fuertemente mi cabeza, la cama se mueve ante los movimientos desesperados de Kyle, siento sus brazos fuertes intentar inmovilizar mis brazos, pero soy más fuerte.

— Rae, reacciona. — logro escucharlo ésta vez, pero el dolor no se va, mi vista no vuelve. Estoy desesperada, quiero salir de aquí.

Levanto mi cabeza, y como un fantasma Caroline está de pie a los pies de la cama, sucia herida y enmarañada.

— Soy tu última misión. — murmura.

La habitación retumba, los oídos zumban, mi cabeza explota. Es un dolor insoportable.

— No, no, no... — sollozo fuertemente,  me zafo de Kyle y tapo mis oídos firmemente con ambas manos. — No,  no, no... — grito mas fuerte ésta vez.

El aire se vuelve pesado y espeso en la habitación. Las cortinas azotan las paredes, los muebles vibran.

Casi no noto que la puerta de la habitación a sido abierta y hay tres personas de pie en el umbral.

Soy tu última misión. — repite con ojos tristes y voz cansada. Nadie la nota, sólo yo.

— Lo siento. — le murmuro entre sollozos de dolor. — Iré a por ti. — le grito ya que mis oídos zumban y no puedo modular el sonido de mi voz.

— ¿Con quién demonios habla? — apenas escucho la lejana voz de Annie.

Hay remolinos en mi estómago. Unos brazos calientes me mueven pero no logro salir.

Soy tu última misión. — se acerca un poco más a la cama.

Tiemblo. — ¡Ya te escuché! — le grito y siento como mi garganta se desgarra. Mi voz es dura y monstruosa, las cortinas salen volando y caen al suelo, una energía extraña recorre cada rincón de la habitación.

Annie y Sam tratan de acercarse para intentar ayudar pero Kyle los detiene.
— No, atrás, puede ser peligroso. — les grita. — Rea, escúchame, concéntrate en mi voz, sólo en la mía.— murmura pausadamente.

Trato de hacerlo, pero no puedo, su ronca voz se pierde entre los zumbidos eléctricos en mi cabeza.
Apreto mis dientes con fuerza.

— ¿Dónde estás? — le grito una vez más. ¿Por qué no se ha ido?

La Rosa Negra © #CA2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora